Abre el renovado MOMA de Nueva York
Nueva York abre el sábado su catedral del arte moderno. La cita con la mayor colección de arte del siglo XX es en la nueva sede del Museum of Modern Art, MOMA, que cerró sus puertas en mayo de 2002 para acometer la tercera y más ambiciosa ampliación de su historia. El resultado es, según los críticos, brillante.
De la mano del arquitecto japonés Yoshio Taniguchi, el MOMA ha duplicado su superficie con un edificio de seis plantas dominado por la luz natural que entra por los mismos amplios ventanales desde los que se ve la también modernista Manhattan. En los espacios creados por Taniguchi en su primer proyecto fuera de Japón, se han dispuesto, por un orden que prima la cronología, obras de Picasso, Giacometti, Braque, Warhol, Pollock, Jasper Johns, Matisse o Pinin Farina por citar algunas de las firmas de un museo con unos fondos de 150.000 obras reunidos en 75 años de historia. El nuevo edificio convive con la antigua sede, obra de Edward Durrell y Philip Goodwin en 1939.
Diseño, pintura, escultura, fotografía y cine del siglo pasado conviven en una construcción sin ostentaciones que brinda un cómodo y práctico ambiente para que sean las obras de arte las que brillen. Es lo que quería el museo, que desechó la idea de un edificio tan protagonista como el Guggenheim de Bilbao. Por eso se eligió el proyecto de Taniguchi frente a otros más radicales presentados por arquitectos de la talla de Rem Koolhaas o Bernard Tschumi, entre otros. El japonés dijo: 'dadme dinero suficiente y diseñaré un bonito edificio, dadme más y haré que el edificio desaparezca'.
Y así ha sido. El nuevo edificio ha costado 425 millones de dólares pero las compras de terreno, el coste total de la rehabilitación y el traslado temporal del museo al barrio de Queens durante las obras ha dejado la factura final en 858 millones de dólares.
Si la suma es alta, tampoco hay que perder de vista que aunque la luz verde al proyecto se dio en 1997, la mayor parte de su financiación se ha hecho en un contexto de crisis económica y de seguridad que ha perjudicado especialmente a Nueva York. Mientras el Museo de Bellas Artes de Brooklyn o el Metropolitan cerraban salas para afrontar la crisis, el MOMA vivía la mayor operación de captación de fondos de su historia. Muchos más que los 300 millones inicialmente previstos.
Aunque la ciudad de Nueva York ha contribuido con 65 millones de dólares y el Estado con 10 millones, la mayoría del dinero ha llegado de manos privadas. 50 fideicomisarios, entre ellos empresarios como el ex presidente de la quebrada Global Crossing, Gary Winnick, han aportado, cada uno, cinco millones de dólares o más. Además en 2001 se emitieron bonos por valor de 259 millones para financiar la expansión y la deuda de la institución. El hecho de que en su consejo figuren nombres de las altas finanzas y las familias de las élites de Nueva York como Rockefeller o Lauder, ha ayudado a que el dinero fluyera. El museo ha asegurado ya la financiación de 725 millones.
Los críticos de arte y arquitectura no han pasado por alto el detalle del coste pero tras unos años duros para la ciudad, la reapertura del MOMA se ve, sobre todo, como uno de los grandes, dignos y elegantes acontecimientos de Nueva York en mucho tiempo.
Entradas a 20 dólares para 2,5 millones de visitantes al año
El MOMA celebra su apertura gratis. El sábado no habrá que pagar por entrar pero desde del día siguiente, y con la excepción de los viernes por la tarde, costará 20 dólares. El precio ha dejado perplejo a muchos. Entrar en este templo del arte es caro si se compara con el otro grande, el Metropolitan. En este museo hay que pagar entrada, pero el precio se deja a la voluntad del visitante, desde un cuarto de dólar hasta los sugeridos por el propio centro, 12 dólares. Los museos privados están expectantes. Si el alto precio funciona, el MOMA será, de nuevo, un pionero. Desde el museo se espera que así sea y cuentan con 2,5 millones de visitantes al año. Un millón más que antes de la renovación.