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Tribuna
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Los miedos infundados a la inspección de Hacienda

Los inspectores de Hacienda conocen qué fraudes se cometen y cómo combatirlos, asegura el autor. Por esa razón pide que el plan contra el fraude anunciado por los responsables económicos del Gobierno no se quede en meras declaraciones, como ha ocurrido otras veces, y se dote a la Inspección de los medios necesarios

Para aquellos que no entiendan la jerga fiscal, déjenme que les relate cómo actúa la Inspección de Hacienda en la lucha contra el fraude.

Cuando don Remigio, empresario, recibe una carta de la Agencia Tributaria le da un vuelco el corazón. ¿Serán las dichosas etiquetas que tantos sustos le han dado anteriormente? Abre la carta con cierta angustia, y se confirma el peor presagio: se le comunica el inicio de una inspección de Hacienda. Llama inmediatamente a su asesor fiscal:

Don Remigio: He recibido una carta en la que me dicen que me van a hacer una inspección.

Los inspectores de Hacienda examinarán con lupa el plan de lucha contra el fraude que presente el Gobierno

Asesor: Tranquilo. Preparamos los papeles que nos pidan y los llevamos.

DR: ¿Cómo que tranquilo? ¡Vendo el 30% en negro y no hemos declarado los 300 millones de pesetas que ganamos en la venta de las naves!

A: Las actuaciones de la inspección son muy superficiales y no profundizan tanto. Dado el número de contribuyentes que tienen que hacer cada año, no pueden dedicarse a buscar ventas en negro. Cuando terminan la inspección nadie les pregunta si han descubierto algo importante. Todos dan por hecho que se tienen que limitar a efectuar una comprobación por encima. ¡Así que tranquilo!

DR: Pero, ¿escondo las mercancías compradas sin factura y les digo a los trabajadores que estén pendientes por si aparece alguien con traje? Ya sabes que hay unos cuantos que no están dados de alta y cobran en negro.

A: No tienes que hacer nada. Normalmente los inspectores no van a las empresas, y si van, antes avisan. Sus jefes los han convencido de que lo importante es cumplir el horario de oficina y los aspectos formales de los expedientes, como los plazos. Cada vez que salen tienen que pedir permiso por escrito al jefe.

DR: ¿Y si éste se salta las normas y se presenta de improviso?

A: No lo dejas pasar y punto.

DR: Pero, ¡eso tendrá graves consecuencias!

A: Ninguna. Una simple multa que pagaríamos con mucho gusto. Pero si se empeña, presentamos una denuncia en el juzgado por vulnerar algún derecho y un escrito al Defensor del Contribuyente quejándonos. Es tal el lío que le montamos que se le quitan las ganas, ya que sabe que nadie lo defenderá adecuadamente dentro de la propia Agencia Tributaria.

DR: No me lo creo.

A: Piensa, por ejemplo, que el inspector se empeñe en pasar a la fuerza y tú pierdas los papeles y se te vayan las manos. Sólo tendrás que pagar una multa de 150 euros.

DR: Si es así, yo sé de mucha gente que por ese módico precio se daría el gustazo de tentarle la cara a un Inspector de Hacienda. Bueno, otra cosa. ¿No nos tienen vigilados con el ordenador y lo saben todo de nosotros?

A: Eso es para los que perciben determinadas rentas, como los trabajadores. En la Agencia Tributaria tienen una de las tecnologías más avanzadas del mundo, incluso les han dado premios internacionales, pero sólo la aplican para controlar las rentas de trabajo. En la inspección están en otro mundo, van todavía con papel y bolígrafo. Verás que en la citación nos piden una copia de la contabilidad en CD-Rom. En la ultima inspección que pasé, envié el CD a Madrid y tuvieron que pedirle a una gran empresa de informática que les hiciera el favor de convertir los datos para poder examinarlos.

DR: Pero... ¿y si el inspector al final descubre algo importante?

A: Si te refieres a los 300 millones de plusvalías no declaradas, lo planificamos bien, y si al final se descubriera no nos ponen sanción. Además, no hay ningún problema porque, acuérdate, el motivo de lo que hicimos hace tres años era para no tener que pagar las actas en el caso de que se descubriera. Así que, tranquilo.

DR: Hay que ver lo equivocado que estaba. Pero claro, los que estáis allí a diario conocéis perfectamente los medios que tienen y su forma de trabajo.

El día de la visita en las oficinas de la Inspección, inspector y asesor revisan los papeles y dicen algo de una dilación imputable al contribuyente. Don Remigio, extrañado de que el inspector escriba en el ordenador y salga a hacer unas fotocopias, le pregunta si no tiene secretaria. La mueca de sonrisa y el movimiento de cabeza del inspector hace innecesaria la respuesta. Cuando finaliza la visita, va al baño y observa un cartel que dice: 'Se aconseja hacer un uso responsable del papel higiénico'.

En esta historia todo es cierto, menos el nombre de don Remigio.

Los responsables del equipo económico del nuevo Gobierno insisten en que uno de los ejes centrales de su política fiscal será la lucha contra el fraude. Ello no quedará en meras declaraciones -como ha ocurrido otras veces- si en el próximo Plan que han anunciado se dota a la Inspección de los medios necesarios, tema que examinaremos con lupa, porque el resto -qué fraudes se cometen y cómo hay que combatirlos- los conocemos de sobra.

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