Votos, economía y mercados
El Partido Republicano sostenía que la posibilidad de sorpresas en el recuento final en algunos Estados no iba a cambiar el hecho de que el presidente George Bush renovará su mandato durante cuatro años más. Y así ha sido. Los mercados también parecían coincidir con esa opinión, dada la subida inicial de las Bolsas a medida que se han ido conociendo los resultados iniciales. Pero, ¿por qué suben las Bolsas? Vincular la evolución del mercado a uno u otro presidente parece poco razonable.
Así también nos lo ha mostrado la historia, en la que las Bolsas no varían su tendencia tras unas elecciones presidenciales. Sólo se ha producido una excepción, y se trató de un cambio de presidente y de partido gobernante.
Ahora no sólo se mantendrá en el puesto Bush, sino que el partido republicano afianzará su posición en el Congreso. Continuidad política que es premiada de esta forma por las Bolsas. Todo correcto si no fuera porque, de forma paralela, hemos visto también reacciones de lo más dispar en el resto de los mercados: subidas de los precios del crudo y del dólar, frente a caídas de la deuda (subida de tipos de interés) y de los precios del oro.
Reconozco que yo mismo he recomendado respuestas como las que estamos viendo ahora de los diferentes mercados. No es que apostara por la victoria de alguno de los candidatos, pero era necesario clarificar las opciones de comportamiento de los mercados en función del ganador. Ahora, sin embargo, me entran dudas. ¿Es lógica la euforia en las Bolsas?
Muchos analistas lo resuelven de forma tan simple como identificar a Bush con expansión de liquidez. Y aquí no valen los estereotipos, puesto que realmente es lo que hemos visto en los últimos cuatro años. Tipos de interés en niveles mínimos históricos y un fuerte deterioro de las cuentas públicas. Desde un superávit del 0,9% del PIB en 1999 a un déficit estimado para este año del 4,7%. Aunque Bush ha prometido durante la campaña electoral reducir el déficit a la mitad en los próximos años (por cierto, una promesa similar a la realizada por Kerry) pocos consideran que haya disposición real para llevarlo a cabo.
Lo dicho: Bush garantizaba una mayor disposición del Gobierno a afianzar el crecimiento.
Pero, ¿esto cambia las perspectivas económicas actuales? Admito que la victoria de Kerry, según el análisis anterior, hubiera llevado a un descenso de las Bolsas (incertidumbre). Pero lo opuesto no debería servirnos, salvo que admitamos la vieja máxima de que lo que no baja, sube.
La conclusión anterior debería también ser válida para el resto de los mercados: ¿realmente es lógico identificar la victoria de Bush con precios del crudo más altos? En mi opinión, la evolución de los precios del crudo depende de la amenaza terrorista y de otros muchos factores coyunturales. Dentro de estos últimos, uno de los más importantes ha sido el descenso de los inventarios de crudo en Estados Unidos. Afectados por continuos huracanes que han castigado el Golfo de México en los últimos meses, es cierto que partiendo de inventarios más que ajustados. La recuperación de las existencias al mismo tiempo que la eliminación de otros riesgos, como la potencial quiebra de Yukos y la amenaza de huelga en Nigeria, acabarán llevando los precios del crudo a la baja. No tanto como nos gustaría, por la amenaza terrorista, pero claramente en niveles más bajos que los actuales. Y esto con independencia de quién gobierne.
¿Y los tipos de interés? Parece lógico pensar que los mismos factores aludidos anteriormente para una subida de las Bolsas, expansión de liquidez y escaso control en las finanzas públicas, lleven también a una subida de los tipos de interés de la deuda. Si, al mismo tiempo, valoramos el riesgo de desplome del dólar en los mercados de divisas, todo parece propicio para que la deuda finalice con la complacencia de los últimos meses. Pero, ¿por qué hacerlo depender del resultado de las elecciones? Sinceramente, más tarde o más temprano será preciso asumir el coste del ajuste en las finanzas públicas.
Además, todavía nadie ha podido demostrar la influencia del Gobierno norteamericano en los bajos tipos de interés actuales a medio y largo plazo. Todo lo contrario en el caso de la Reserva Federal. Pero para la renovación del presidente de ésta aún faltan casi dos años.