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Columna
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43 millones

La población española ya supera los 43 millones de habitantes, según los últimos datos proporcionados por la presidenta del INE, Carmen Alcaide. Merece la pena detenerse a analizar este dato, que por sí solo no nos dice nada, pero que supone toda una revolución sobre lo creído pocos años atrás.

Tras la continuada caída de la natalidad que experimentamos desde mediados de los setenta, la opinión generalizada de los especialistas era que nunca superaríamos los 40 millones de habitantes. Pero la realidad siempre parece dispuesta romper los pronósticos, y hete aquí que pocos años después de esas predicciones, no sólo hemos superado esos 40 millones de habitantes que nos fijaron como techo, sino que, además, después de llegar a los 43 millones, todas nuestras impresiones apuntan a que seguiremos creciendo.

Las causas son bien conocidas. El crecimiento viene basado en la intensa inmigración que hemos experimentado estos últimos años. Según datos del INE, hemos pasado de los 637.085 extranjeros empadronados en 1998 a los 3.140.000 que existen en la actualidad. Es decir, hemos multiplicado por cinco el número de extranjeros, contados tanto los europeos como los no europeos. Su crecimiento ha sido vertiginoso: 17,6% en 1999; 23,4% en 2000; 48,4% en 2001; 44,3% en 2002, y un 34,7% en 2003. Parece que en 2004 no llegará al 20%, lo cual confirma una desaceleración relativa en la llegada de nuevos inmigrantes, que parece podría prolongarse durante los próximos años.

Un significativo porcentaje del crecimiento en los tres últimos años se lo debemos al incremento de la población

Fruto también de esa inmigración, y de las reagrupaciones familiares que conlleva, la natalidad está volviendo a crecer, tras tocar fondo en 1998. Pues esos inesperados 43 millones han sido el fruto combinado de esos dos fenómenos, la fuerte inmigración y el crecimiento de la natalidad, unido también a la creciente esperanza de vida.

¿Seguiremos creciendo? ¿Hasta cuándo? ¿Cuántos llegaremos a ser? Nadie lo sabe. En cuestiones demográficas hay que ser muy prudentes a la hora de hacer predicciones, pues los hechos parecen empeñados en destruir las hipótesis que se formulan. Pero una vez hecha esta salvedad, creo que seguiremos creciendo, probablemente a menos velocidad de lo que lo hemos hecho hasta ahora.

Hagamos unos cálculos sencillos. Si la subida del petróleo no erosiona el ciclo de crecimiento económico internacional que se estaba iniciando, España crecerá el próximo año por encima del 2,5%. Esto significará que seguiremos creando empleo, y necesitando inmigrantes. ¿Cuántos? Pues entre 200.000 y 400.000. No parece ninguna desmesura afirmar que en cinco o seis años podremos superar los 45 millones de habitantes.

El incremento de población inmigrante no sólo significará, en términos económicos, más trabajadores, sino que además se está convirtiendo en un fuerte factor del consumo. Hasta ahora las empresas sólo los vieron como posibles empleados, pero de forma creciente están empezando a considerarlos como clientes. Sin duda alguna, un significativo porcentaje del crecimiento económico que hemos disfrutado durante estos tres últimos años se lo debemos a ese incremento de población en nuestro suelo.

Pero no todo son factores positivos. La inmigración también conlleva tensiones y problemas varios, que debemos paliar y corregir. De ahí que siga siendo urgente la reforma de la Ley de Extranjería, para transformarla en una Ley de Inmigración. El pasar de la política de las cercas a una política inmigratoria supondrá un paso muy importante para intentar regular razonablemente el fenómeno más trascendente que está experimentando nuestro país, el del enriquecimiento de su población.

Como siempre fue prácticamente imposible entrar legalmente en España -aquello de que vengan con los papeles debajo del brazo igual que fuimos nosotros era sencillamente imposible-, la inmensa mayoría de los inmigrantes que se encuentran en nuestros país entraron de forma ilegal, siendo posteriormente legalizados. Esta es la evidencia más contundente del fracaso de nuestra no-política inmigratoria.

Ahora, tras la necesaria regularización anunciada, debemos procurar algo tan sencillo como que las personas que estimemos que vamos a necesitar puedan entrar legalmente. Ya tenemos un 7% de población extranjera, y todo apunta a que se elevará hasta el 9%-10% como ocurre en la mayoría de los países que nos rodean.

¡Que sepamos ordenar nuestro previsible crecimiento hasta los 45!

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