El nuevo déficit de las eléctricas
Ya nadie discute que la cantidad que las eléctricas reciben por distribuir la energía, unos 3.500 millones anuales, no es la adecuada; que el peso que tiene en la tarifa está desequilibrado y que el sistema de reparto entre las compañías no incentiva las inversiones. Se trata de unmodelo que pudo tener sentido en los viejos tiempos, cuando las empresas estaban integradas verticalmente (lo que no recibían por un negocio lo compensaban con otro) pero que ahora está provocando el deterioro del suministro, cuyo exponente más llamativo son los apagones. Llegados a este punto, queda por ver si, además de un mal reparto, la cantidad que reciben es insuficiente. Las compañías dicen que el modelo que se aplica desde 1998 arroja un desfase superior a los 600 millones. Es chocante que al sector le vuelva a aflorar un nuevo déficit en la tarifa, cuando apenas ha comenzado a cobrar otro por más del doble de aquella cantidad. Para las empresas esto esconsecuencia de una metodología que reconoce
ramplonamente sus costes reales, por lo que, cada cierto tiempo, termina haciendo aguas. El nuevo Gobierno ha anunciado la elaboración de un Libro Blanco, medida loable en cuanto a que las reformas en el sector se harán previo debate, frente a la política de puertas cerradas de su antecesor. Dentro de este debate un punto esencial es el del cambio del sistema de retribución de la distribución que va a derivar inevitablemente en una modificación de la tarifa. El Ejecutivo y el regulador deben estudiar a fondo si hay que hacer un nuevo reparto del pastel tarifario (que incluye porciones polémicas, como los CTC) o engordarlo con, por ejemplo, los citados 600 millones calculado por las empresas. Porque esta incorporación conllevará, pese a quienes hablan de laminar el efecto a futuro, un aumento del precio de la electricidad y de la tarifa sobre la que gravitan también costes de nuevo cuño, como los de la aplicación del Protocolo de Kioto.