Ir a votar pensando en el bolsillo
En las elecciones de 1980 en las que se enfrentaron Ronald Reagan y Jimmy Carter, el primero hizo la pregunta definitiva a los estadounidenses. ¿ Cree usted que está mejor ahora que hace cuatro años? . El eco de esta simple y acertada cuestión ha llegado hasta 2004 y mientras los americanos se preparan para las elecciones, una reciente encuesta de The Washington Post da a entender que antes de cerrar su papeleta los votantes se harán esta pregunta en clave económica. Según este diario, el 24% cree que la cuestión más importante en estas elecciones es la economía y el empleo seguida de Irak y el terrorismo. Para responder esa pregunta los americanos van a considerar su historia más reciente. EE UU ha vivido en estos cuatro años una breve crisis económica seguida de una recuperación, los ataques terroristas del 11S y una grave crisis de confianza en las empresas. Al término de la legislatura, la mayor parte de las estadísticas confirman que la crisis se ha dado por concluida gracias a una fuerte política de estímulo fiscal y monetario y una mayor vigilancia del Gobierno a las compañías. El PIB creció a un satisfactorio 3, 3% en el segundo trimestre, pero hay números que imposibilitan cerrar del todo el certificado de defunción de la crisis. Por un lado: el paro. La tasa de desempleo ( 5, 4% ) no es la más alta de la historia pero no es del todo real porque muchos desencantados han dejado de contarse por dejar de buscar trabajo. Además, el ritmo de creación de nuevos puestos hace pensar a muchos economistas que hay un problema estructural, ya que el mercado de trabajo ha perdido el dinamismo que le caracterizaba. Por otro lado, los dos grandes déficit ( presupuestario y por cuenta corriente) asustan a economistas e instituciones económicas internacionales. El peligro de los números rojos federales, provocados por la crisis y los fuertes estímulos fiscales, no termina de calar en los ciudadanos pero preocupa a los que observan la depreciación del dólar y creen que el Estado se debilita justo cuando más se va a necesitar de él para hacer frente a los gastos de defensa, sanidad y pensiones. Mientras tanto, esta Administración no sólo no contiene la deuda federal, sino que en cuatro años la ha aumentado un 40% ( desde 2. 100 millones de dólares a 7. 400) . El hecho de que el corto plazo pueda resultar aceptable no resta complicaciones al medio y largo. Y se nota en la confianza de empresas y consumidores. En el primer caso estas dudas se evidencian en la falta de una inversión fuerteque, además, estásiendoretraídamás aún por el impacto del precio de la energía últimamente. Solo a partir de la primavera de 2003 las empresas comenzaron a invertir y contratar pero de forma contenida. La falta de fuerza en la inversión contrasta con los altos beneficios empresariales y las montañas de cash flowque acumulan las compañías, algo que usan para hacer autocartera o pagar dividendos. Otras empresas, como las aerolíneas, no ven el final del túnel. Y llega al ciudadano. George Bush asegura que gracias a los recortes fiscales, la media de los americanos han mejorado su situación financiera. Para John Kerry, el presidente hace un uso muy interesado de la palabra media . Como media, argumentan, los americanos tienen más dinero a su disposición, pero eso es porque los ricos tienen más y la distancia entre éstos y la clase media se ha ampliado mientras la pobreza aumenta ( en 2003 los pobres eran el 12,5% de la población frente al 12, 1% en 2002) . La clase media ve como el paro o el empleo a tiempo parcial ( casi la mitad del creado en la legislatura) no es su única preocupación. Como media, los ingresos, ajustados a la inflación, cayeron en 2003 con respecto a 2000 un 3, 4% mientras las pólizas de seguros médicos han subido casi un 60% , los gastos en la educación superior un 20, 3% y la gasolina un 40, 4% . Por ello, la confianza de los consumidores es muy volátil. Aunque gracias a la baja inflación no termina de llegar su traslación negativa en el consumo ( responsable de casi el 70% del PIB del país) éste da señales de agotamiento. La economía crece pero persisten las dudas sobre su sostenibilidad o la repercusión en el cambio en el modelo de Estado. Por la estadística del Post se adivina que muchos americanos irán a votar con las manos en los bolsillos, tanteando qué tienen en ellos, preguntándose si es más o menos que hace cuatro años y cómo estarán en 2008. Las recetas de Kerry no convencen a todos pese a que en el diagnóstico coincida con el votante y Bush lidera muchas encuestas de opinión. Los resultados de esa reflexión se conocerán en 16 días. Mientras tanto, los principales diarios están tomando posiciones ante la gran cita. El prestigioso New York Times apostó abiertamente por Kerry, en su editorial de ayer.