Sin fantasmas en la Casa de América
Ocupa la antigua habitación de la marquesa de Linares en la Casa de América. Y lo primero que advierte la directora María Asunción Ansorena, es que en los cuatro años que lleva al frente de esta institución no ha percibido ningún espíritu, un rumor que se extendió hace unos años durante las obras de restauración del emblemático edificio, situado en la madrileña plaza de Cibeles. Es más, se siente cómoda en este privilegiado espacio, con vistas al paseo de Recoletos. 'Sólo he recibido buenas vibraciones'.
Si algo le gusta a Ansorena es, desde su mesa, dirigir la mirada hacia el techo y contemplar los frescos de Pradillo, uno de los máximos exponentes de la pintura del siglo XIX de la Escuela de Roma. 'Los miro y me embeleso, pero no me detengo en los detalles. Es un orgullo poder trabajar en este lugar'. Porque si algo le agobia a esta madrileña de 52 años, que en la década de los noventa fue embajadora en Portugal, es trabajar en espacios pequeños. Asegura que necesita amplitud para ella, pero también para los que trabajan a su lado.
Cuando estrenó despacho no sintió la necesidad de cambiar nada de sitio ni de incorporar ningún objeto personal a la habitación, más bien todo lo contrario. 'La decoración es un tanto excesiva y, a veces, puede resultar un poco ofensiva'. Le hubiera gustado ocupar un despacho más sencillo, como los que ocupan otros directivos de la Casa de América en la tercera planta del edificio. 'Pero entiendo que este despacho está en la planta noble y es representativo'. Lo que si ha añadido son las fotografías de sus tres hijos. Y un regalo muy especial: una T de cartón, símbolo particular del trabajo y del tesón, con la que le obsequiaron los empleados de la institución. 'Valoro mucho este detalle porque me gusta que haya buena comunicación entre todos nosotros, que la gente esté bien tratada y que todos consigan lo que piden'.
'Procuro dialogar, no cerrarme en posturas que agotan cualquier negociación. Siempre hay un resquicio para hablar '
Ansorena explica que siempre ha procurado actuar con rigor, ser comprensiva, enérgica y ordenada. E intenta aplicar lo aprendido desde que ingresó en 1979 en la carrera diplomática. 'Procuro dialogar, no cerrarme en posturas que agotan cualquier negociación. Siempre, por muy duro que sea el tema, hay un resquicio para hablar', afirma Ansorena, que dice valorar la opinión de las 40 personas del equipo. 'Estamos todos en el mismo camino y todas las aportaciones son valiosas'. De ella le gustaría que le dijeran que fue la 'persona que gestionó con máximo rigor esta institución, conformada jurídicamente como un consorcio'. En la Casa de América está representada la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, el ministerio de Asuntos Exteriores y un patronato formado por empresas de América Latina.
María Asunción Ansorena es licenciada en Derecho y diplomada en Estudios Internacionales de la Escuela Diplomática y ha sido la segunda mujer embajadora de España. Cree que las mujeres ejecutivas son 'más rigurosas, ordenadas y sensibles a los temas personales que los hombres'. En cambio, cree que los varones marcan los objetivos sin excesiva flexibilidad. 'Suelen estar ajenos a todo lo que sucede alrededor'.
Al trabajo le dedica todas las horas del día. Y aquí hay que incluir no sólo las que dedica al despacho, sino las que conllevan las actividades, y tiene una media de cinco al día, que se organizan en la Casa de América. 'Es importante que el director esté presente, a la gente le gusta que tengas ese detalle. Y hay veces que quedo mal porque voy de una actividad a otra y nunca estoy mucho tiempo'. E intenta compaginar su apretada agenda laboral con su vida familiar. De la vida personal y de aficiones como el golf o asistir a un concierto se ha olvidado. 'El poco tiempo que queda se lo dedico a mi familia. Yo siempre insisto en que es más importante la calidad que la cantidad'. Eso la salva.
La teoría de la 'Ley de Murphy' laboral
No le da mucha importancia al orden, sólo lo necesario. Es una ejecutiva de trato agradable, sonriente, preocupada por su imagen. Posa dónde le dicen, pero no está muy convencida de que pueda salir favorecida. Y se deja retratar gustosa frente a una colección de géneros y especies de la flora autóctona argentina. María Asunción Ansorena valora la capacidad para realizar varios trabajos a la vez. Ella asegura que puede hablar por teléfono y dar una orden o repasar un texto. Es una mujer muy activa. Y cree que nunca se baja el nivel de actividad. Y a medida que se van asumiendo responsabilidades se incrementa el nivel de dedicación. 'Siempre se va a más'. Es su particular teoría sobre la Ley de Murphy laboral.