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CincoSentidos

Invertir en agua es la mejor vía para la paz, según la Unesco

El agua, tantas veces objeto de conflicto, debe convertirse en un potente catalizador para la paz entre los pueblos. Para alcanzar este objetivo, resulta imprescindible una decidida apuesta por el desarrollo sostenible y por la racionalización e unos recursos hídricos que se han reducido a menos de la mitad en los últimos 30 años. Así lo han resaltado los expertos de la Conferencia Internacional de la Unesco, reunida el pasado fin de semana en Zaragoza.

La capital aragonesa y la Unesco han decidido unir fuerzas para alcanzar un doble objetivo: la conversión de los recursos hídricos en instrumento para el desarrollo sostenible y la celebración en Zaragoza de la Exposición Universal 2008, para entronizar al agua como catalizador que sustituya los conflictos por fórmulas de cooperación internacional. 'Quienes están invirtiendo en agua están invirtiendo en la paz', asegura András Szöllosy-Nagy, director general de Ciencias Naturales de la Unesco. Desde 1970, la disponibilidad de agua ha pasado de 13.000 metros cúbicos por persona y año a 6.000. La escasez afecta muy especialmente al norte de África y Asia Central. Las guerras por la posesión del agua no están consiguiendo sino añadir nuevas muertes.

Garantizar el suministro de agua potable se ha convertido en uno de los grandes objetivos para asegurar la paz entre países fronterizos. En la reunión de Zaragoza , se ha escenificado un modelo de gestión integrada aplicado a la cuenca del Nahr El Kabir, situada en la frontera entre Líbano y Siria. En el complejo engranaje de acuerdos se encajan intereses aparentemente contrapuestos, tales como las tierras de regadío pretendidas por los agricultores o el aumento de plazas hoteleras al que aspiran los empresarios del sector turístico. En este tipo de situaciones, el agua actúa como un elemento común y se pretende que sea utilizado como vía para pasar del conflicto potencial al potencial acuerdo.

Intereses diferenciados

Los expertos internacionales reunidos en Zaragoza consideran que la gestión de las cuencas hidrográficas debería ser administrada conjuntamente por las zonas que las comparten y no por el conjunto de la cuenca, ya que cada población presenta unas características y unos intereses claramente diferenciados. Un modelo que difiere notablemente del aplicado mayoritariamente en la actualidad.

Los compromisarios de la Unesco proponen que la gestión del agua sea asumida por una alta Comisión Internacional, con capacidad para acoger y elaborar criterios sobre los problemas originados por el movimiento de poblaciones. Asimismo, la contaminación y las repercusiones negativas sobre el medio ambiente deberían ser gestionados desde la óptica de la prevención.

La dinámica de prevención de daños debería actuar, preferentemente, sobre las dos fuentes principales de contaminación.

De una parte, las actuaciones irresponsables producidas por los particulares y, de otra, los daños químicos producidos por la industria y los pesticidas, que deben ser regulados a través de leyes rigurosas y eficientes. Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, subraya que 'la capital tiene una oportunidad histórica para servir de escenario a la consecución de estos importantes objetivos'.

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