Operarse de próstata y salir del quirófano a pie
A partir de los 50 años la palabra próstata comienza a adquirir un triste protagonismo en el esquema de salud de los hombres. El agrandamiento fisiológico de esta glándula -lo que los médicos denominan hiperplasia benigna de próstata (HBP)- es una enfermedad que afecta a uno de cada cuatro hombres mayores de esa edad. A partir de los 60 años el porcentaje de enfermos es ya del 50%. Cuando se supera la barrera de los 80, nueve de cada diez varones saben por experiencia lo que supone tener problemas de próstata
Las molestias incluyen desde sufrir la necesidad repentina de orinar frecuentemente hasta padecer dolor o tener pérdidas y goteos. La razón es sencilla: cuando la próstata crece presiona el cuello de la vejiga y la uretra y dificulta el paso de la orina.
Hasta ahora la solución que la medicina daba a este trastorno era la cirugía tradicional a través de dos técnicas: la prostatectomía abierta (que implica abrir el abdomen al enfermo) y la resección transuretral, una intervención realizada a través de la uretra. Ambas precisan de varios días de postoperatorio e implican efectos secundarios.
Desde hace unos años la Clínica Mayo de Rochester en Minessota (EE UU) ha puesto a prueba una nueva técnica denominada Vaporización Fotoselectiva de la Próstata (VFP), que permite eliminar el tejido de la próstata agrandada sin hemorragias, en régimen ambulatorio o con una hospitalización muy breve y sin apenas efectos secundarios.
La técnica, que combina un láser verde KTP de última generación y una fibra óptica, ha sido introducida en España por dos urólogos, los doctores Santos Giménez Artieda y Alfredo Hernández Villaverde, que dirigen en el Sanatorio del Valle de Madrid la Unidad de Láser Prostático (ULP). Llevan seis meses utilizando la técnica y han realizado 74 operaciones, todas con éxito.
'Nosotros todavía nos sorprendemos de las ventajas que tiene este método y de los pocos efectos secundarios que presenta. Es el futuro para este tipo de intervenciones', explica Giménez Artieda en el quirófano mientras Hernández Villaverde lleva a cabo la operación.
La intervención, con anestesia epidural, se realiza por vía uretral. El láser -que tiene un llamativo color verde brillante- y la fibra eliminan por completo los tejidos de la próstata agrandada, un proceso que se refleja en el monitor que transmite las imágenes. 'La técnica provoca la fotocoagulación simultánea de los vasos sanguíneos de forma que el paciente apenas sangra, que es uno de los problemas de las operaciones de próstata. Los resultados son impresionantes', señalan.
Seis claves
1 Régimen ambulatorio o un ingreso hospitalario mínimo que no rebasa las 24 horas. Las técnicas quirúrgicas tradicionales requieren permanecer en el hospital entre tres y ocho días.2 No hay pérdida de sangre. Las operaciones de próstata suelen requerir transfusiones de sangre. El efecto coagulante que incluye la VFP la hace muy indicada para pacientes de alto riesgo que siguen tratamientos con anticoagulantes.3 Alivio inmediato de los síntomas y recuperación rápida e indolora. Los doctores Giménez Artieda y Hernández Villaverde recuerdan cómo en las primeras operaciones que realizaron les sorprendía mucho la rapidez con que los pacientes podían orinar sin dificultad.4 Necesidad de sonda limitada a unas horas. Las operaciones tradicionales exigen que el paciente lleve una sonda durante unos días. En la técnica de vaporización el sondaje se limita a unas horas.5 Ningún caso de incontinencia e impotencia. Los dos trastornos forman parte de las secuelas que pueden dejar las operaciones de próstata. El porcentaje en la técnica de VFP es del 0%.6 Perdurable. En los cinco años de seguimiento en la clínica Mayo ningún paciente ha requerido ser intervenido de nuevo.