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Tribuna
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Transmisión de datos de pasajeros a EE UU

El pasado julio se publicó en el Diario Oficial de la UE la Decisión de la Comisión Europea relativa al carácter adecuado de la protección de los datos personales incluidos en los registros de nombres de los pasajeros, que las compañías aéreas deben transferir al Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de EE UU. Esta cuestión tiene sus orígenes en el año 2001 cuando, a raíz de los atentados del 11 de septiembre, EE UU adoptó un conjunto de leyes y normativas que obligan a las compañías aéreas que operen vuelos con destino a su territorio a transferir datos personales relativos a los pasajeros y a los miembros de la tripulación.

Desde la óptica de la normativa europea, EE UU no otorga un nivel de protección equiparable al previsto por la legislación comunitaria, por lo que las transferencias y movimientos de datos con destino a aquel país siempre han estado bajo el punto de mira de los Estados miembros.

Ante la nueva normativa de EE UU, el Grupo de Trabajo del artículo 29 sobre protección de datos emitió varios dictámenes que afirmaban que esas transferencias no prestaban garantías suficientes. A pesar de ello, finalmente, la Comunidad Europea y EE UU han llegado a un acuerdo permitiendo el tratamiento y la transferencia de los datos comentados.

En el ámbito del transporte aéreo, el registro de nombres de los pasajeros (PNR, por sus siglas en inglés) lo es de los requisitos de viaje de cada pasajero y miembro de la tripulación. El PNR contiene toda la información necesaria para que sea posible la tramitación y control de reservas por parte de las compañías aéreas (hasta 34 tipos de categorías de datos). El Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras estadounidense sólo podrá acceder a dicha información 72 horas antes de la salida del vuelo.

Los datos de los PNR se transferirán únicamente con el fin de prevenir y combatir el terrorismo y los delitos conexos; otros delitos graves que tengan carácter transnacional (incluida la delincuencia organizada) y la fuga en caso de orden de arresto o detención por los delitos señalados. En este punto, cabe señalar que, en el fondo, al referirse a 'otros delitos graves' sin especificar cuáles, se está dejando la puerta abierta a las autoridades estadounidenses para que puedan utilizar los datos que reciban con otras finalidades distintas a las inicialmente previstas.

Los datos del PNR se cotejarán en EE UU con listas de personas buscadas, cotejo que debe atenerse a normas de elevada calidad que garanticen la certeza de los resultados. Por el momento ya han trascendido a los medios de comunicación algunos errores, como las numerosas detenciones que ha sufrido el senador demócrata Edward Kennedy o, recientemente, el cantante Cat Stevens. Sus nombres se encontraban -por error- en una lista de presuntos terroristas.

Cabe criticar también que, a pesar de que finalmente no vayan a transferirse datos de carácter sensible (tales como los relativos a la salud o a las convicciones religiosas, que podrían extraerse a través del tipo de menú que elija el pasajero), sigue existiendo el riesgo de que se incluyan datos de carácter sensible en los campos abiertos o de texto libre (como los de 'observaciones generales').

Por regla general la información de cada PNR se destruirá transcurridos tres años y seis meses, a excepción de los datos a los que se haya accedido para investigaciones específicas, o en caso de acceso manual. Estos datos se conservarán en un fichero de registros suprimidos, donde permanecerán durante un período de ocho años y, a continuación, se destruirán.

La conservación de los datos ocho años suplementarios resulta a nuestro modo de ver desproporcionada, en la medida en que no exista un vínculo con una investigación concreta y real, permitiendo a las autoridades estadounidenses hacer caso omiso del límite de tres años y medio.

EE UU no ha sido el único país que ha querido imponer esta exigencia de acceso a los datos de pasajeros. Australia y Canadá han pedido y/o propuesto flujos similares de datos de las compañías aéreas. En suma, en un siglo en el que todos los países y Gobiernos se precian de defender y proclamar la 'libertad', la 'democracia' y 'la defensa y el respeto de los derechos humanos', el terrorismo ha tenido como efecto secundario el que los ciudadanos vayan a estar más vigilados que nunca, según ya vaticinaba George Orwell en su novela 1984. Existirá así un Gran Hermano que conozca de todos y cada uno de nuestros movimientos, o al menos de los pasajeros que utilicen el avión…

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