Un ejercicio de puro voluntarismo
Después de haber perdido seis meses queriendo intoxicar a la opinión pública con presuntos déficit ocultos del Gobierno anterior, después de haberle dado la puntilla a la Ley de Estabilidad Presupuestaria y al equilibrio presupuestario, después de haber ofrecido el bochornoso espectáculo de una negociación presupuestaria en sede parlamentaria sin participación de los responsables del Ministerio de Economía bajo la presión de las minorías que apoyan al Gobierno, después de haber pasado el Presupuesto el filtro de la ejecutiva socialista, algo insólito en nuestra democracia, el Gobierno aprobó el pasado viernes un proyecto en el que se anuncia nada menos que un cambio del modelo de crecimiento económico. Un crecimiento de la economía española del 3% y de la productividad por ocupado del 0,9 %.
El Presupuesto, por supuesto, no viene precedido ni acompañado por las reformas estructurales y medidas liberalizadoras que la economía española requiere con urgencia. En estas condiciones los Presupuestos parecen voluntaristas y gozan de escasa credibilidad y ambición.
En los cuatro últimos años en un contexto de desaceleración internacional, España ha crecido un 2,98% de media anual, nuestra convergencia real con la UE se efectuaba a razón de un punto por año. En estos Presupuestos en un momento de recuperación de la economía mundial y, de la OCDE y de la zona euro, el vicepresidente Solbes en su cuadro macroeconómico acepta una reducción a la mitad de la velocidad de convergencia real con la zona euro; sin duda porque la falta de valor político para reformar mercados y liberalizar sectores le lleva a un Presupuesto sin rigor, en el que se afrontan algunas de las promesas electorales contenidas en un programa que nunca se pensó que habría que aplicar y se contendrán las concesiones a los grupos minoritarios que apoyan al Gobierno, que no se integran en una lógica de política económica y que pueden agravar desequilibrios territoriales.
El Presupuesto carece de toda credibilidad por dos razones: la falta de rigor de su cuadro macroeconómico y la propensión habitual socialista a superar en la práctica el límite de gasto. En el periodo 1982-1995 la media anual socialista de superación de los créditos iniciales y totales no financieros del Presupuesto del Estado fue de un 9,27% teniendo nuestro actual vicepresidente económico el récord de superación de gasto en 1993 con un 15,72%.
Si a ello unimos el incremento de la presión fiscal, al superar el crecimiento de los ingresos el incremento del PIB nominal. Y la negativa evolución del gasto público, en la que los gastos corrientes crecen más que los de inversión y el gasto público mantiene prácticamente su peso en el PIB ( si no hay desviaciones en la ejecución presupuestaria, habitual con el PSOE) en lugar de reducirse, vemos como se aleja la posibilidad de reducir impuestos, de lo que además en este Presupuesto es exponente la minideflactación de la tarifa de renta, que no impedirá una subida real del impuesto de casi 800 millones de euros.
Por otra parte, parece grandilocuente afirmar que van a propiciar un cambio de modelo de crecimiento con sólo un ligero incremento de las dotaciones de I+D+i, mucho de cuyo importe se destinará a investigación para la defensa con escaso impacto a corto plazo sobre la economía productiva y sin que se hayan adoptado medidas que liberalicen la economía, aumenten la competencia y se aborde con todo el diálogo una reforma en profundidad del mercado de trabajo.
Tampoco parece que la productividad por ocupado vaya a aumentar sin medidas de reforma que vinculen aumentos salariales a incrementos de productividad en el marco de la negociación colectiva; a menos que volvamos a las altas tasas de productividad de la economía española en épocas socialistas anteriores logradas a base de escandalosas cifras de parados.
En definitiva, unos Presupuestos voluntaristas, sin credibilidad, carentes de rigor, fruto de negociaciones partidarias que ponen en riesgo la convergencia real de la economía española en la UE.
De nuevo unos Presupuestos socialistas, con más gasto, más presión fiscal, más déficit, menor crecimiento económico y menores tasas de creación de empleo.