Crédito a la recuperación
La fortaleza de la demanda interna no cede. Pese a que se han encendido las alarmas en el sector turístico en los meses de verano, con un estancamiento en los ingresos y un fuerte avance en los gastos, la inversión y el consumo de los agentes privados sostienen un crecimiento económico razonable. La evolución de la financiación al sector privado en el primer semestre del ejercicio así lo atestigua: se ha experimentado una aceleración importante en los volúmenes de crédito tomados por los hogares y las empresas, con tasas de avance desconocidas en los últimos 30 meses.
Lamentablemente, en el reparto de la financiación persiste el desequilibrio que se produce en la actividad económica en los últimos años, excesivamente volcada hacia la inversión en la construcción, de forma abultada en las empresas y escandalosa y peligrosamente en las familias. Además, la actividad industrial, pese al pequeño repunte en la inversión en equipamiento detectada por los analistas de la contabilidad nacional, sigue registrando descensos en el crédito tomado, lo que obliga a mantener la atención de las autoridades para evitar nuevos ajustes de mercado por falta de competitividad de los productos españoles, especialmente aquellos intensivos en tecnología.
El escenario monetario, con subidas moderadas previstas de tipos de interés en los próximos trimestres, no parece que vaya a poner en riesgo las finanzas de las familias, las más forzadas por el endeudamiento acelerado de los últimos ejercicios. La verdadera preocupación debe estar en evitar nuevos desplazamientos de la actividad industrial en los mercados mundiales; nuevas expulsiones, que se han acelerado en los últimos meses pese al crecimiento notable de los volúmenes de intercambios comerciales en el mundo. El discurso gubernamental de la productividad debe pasar de la literatura a las matemáticas cuanto antes.