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Columna
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Los problemas del déficit público norteamericano

Existen varios nubarrones en el horizonte de la economía que amenazan tormenta. Podría ser que vientos imprevistos desviasen el peligro de lluvias torrenciales e inundaciones, pero los inversores precavidos no deben actuar basándose en la providencia divina. La cuestión es que si la economía americana sucumbe bajo sus desequilibrios, el resto sentirán las repercusiones.

No es sólo que el precio del crudo puede alimentar la inflación y esto provocar un alza en los tipos de interés, como algunos predicen. Otros analistas han destacado que la fortaleza de la economía se resiente, que aunque los datos publicados son ambiguos (como casi siempre) el debilitamiento es un escenario plausible. La combinación de ambas previsiones llevaría a la economía americana se situase en la temida estanflación, o combinación de recesión con inflación, de difícil tratamiento médico.

Así, la comparecencia del presidente de la Reserva Federal en el Congreso de EE UU ha sido considerada excesivamente optimista por muchos que no comparten su visión sobre la recuperación en el tercer trimestre y sobre la disminución de los precios del petróleo. La consecuencia es que se opina que sus declaraciones son frívolas u oportunistas. Sin embargo, el discurso de Alan Greenspan tenía una segunda parte en la que se refirió a las finanzas públicas y, dado que se realizó ante el Comité Presupuestario del Congreso, lo que dijo es importante. La autoridad monetaria destacó y enfatizó la ausencia de mecanismos de corrección del déficit público. Este un grave problema de la economía americana hoy, pero además amenaza con ser un importantísimo problema en el futuro. Tras la introducción de suave optimismo, Greenspan afirma que las perspectivas a largo para el Presupuesto son problemáticas y el déficit se 'deteriorará substancialmente en los próximos años si se mantienen las políticas actuales'.

La mejoría en el déficit presupuestario en la segunda parte de los noventa se debió al crecimiento de la productividad, que se sabe que fue extraordinario. Pero lo que Greenspan destaca especialmente es la ausencia de mecanismos de control en el gasto público, como la Ley de Cumplimiento Presupuestario de 1990, que expiró en 2002 y que ponía freno a nuevas iniciativas, o como otros mecanismos que permitan realizar correcciones en el gasto en la mitad del ciclo presupuestario. Señala que se deberían considerar mecanismos automáticos (triggers) que forzaran correcciones si el coste de un programa excediera cierto umbral. Esto es especialmente importante cuando hay gastos que no se revisan anualmente y además suelen desviarse al alza. En el resto del discurso se refiere al peso en el gasto que implicará el envejecimiento de la población y los programas de cobertura social Medicare y Medicaid, cuestiones a las que ha venido dedicando atención en otras comparecencias, que parece que no están consideradas con toda su magnitud. Tampoco parecen estar incluidas en las estimaciones los posibles gastos militares y en defensa nacional, ni la prolongación de los actuales recortes fiscales. Todo ello, según Fred Bergsten (presidente del Instituto de Economía Internacional), puede suponer un déficit de un billón de dólares anual. Para este año el déficit se estima que llegará a los 422.000 millones de dólares, lo que es un 3,6% del PIB. The Economist, en su edición del 9 de septiembre, señala que aunque las propuestas del candidato conservador y actual presidente, George Bush, suponen medidas de gasto en diversos programas, se publicita que el déficit se reducirá a la mitad en 2008, lo cual es difícil de sostener si, además, se hacen efectivos sus planes de recorte de impuestos.

Este discurso puede ser efectivo políticamente, pero cada vez hay más voces que reclaman responsabilidad fiscal. Se precisa una corrección del nivel actual del déficit y del diseño de la política fiscal. Hay riesgos importantes a corto y medio plazo. Los mercados financieros no han reaccionado al deterioro fiscal pero no es descartable que ocurra, cuando algún factor haga visibles las expectativas negativas. Por otra parte, el desequilibrio presupuestario presiona directamente el déficit exterior, que también llega a niveles insostenibles y proyecta sombras sobre el comercio mundial, las posturas proteccionistas y el dólar. Las nubes negras pueden soltar lluvia torrencial o descargar suavemente pero si ocurre lo primero, las inundaciones no sólo afectarán a la economía americana sino a todos.

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