El impulso de Greenspan
Esta semana el presidente de la Reserva Federal nos ha dicho que la economía americana está retomando impulso y que, pese al encarecimiento del precio del petróleo, la situación de la inflación está mejorando. A algunos estas palabras les ha llevado a aumentar su optimismo, a otros, por el contrario, su pesimismo, y a unos pocos nos han parecido una frivolidad. Los primeros han visto despejadas las brumas sobre las consecuencias del encarecimiento energético, creadas por el recuerdo de los acontecimientos de finales de los setenta y principios de los ochenta. Los segundos han visto en ellas el anuncio de nuevos incrementos en los tipos de interés. Los del último grupo consideramos que la información disponible no permite hacer esas dos afirmaciones. Aunque tampoco hacemos la contraria.
No sé como los historiadores económicos juzgarán la trayectoria política del señor Greenspan, cuando haya dejado de ser la figura mediática en la que se ha convertido. En mi modesta opinión, su largo currículum político está lleno de claroscuros: una patente falta de acción ante la grave inflación en los precios de los activos a finales de los noventa y, probablemente, un excesivo activismo en la respuesta ante la recesión de 2001. Excesivo porque, aunque contribuyó a que la recesión fuera suave, ha impedido el saneamiento de los agentes, debilitados por los excesos de los noventa.
Los acontecimientos de los próximos años nos dirán si esta segunda crítica tiene fundamento. De la primera me caben pocas dudas.
Lo que ha dicho esta semana el presidente de la Reserva Federal sobre la economía de EE UU es una frivolidad
Pero la imagen del señor Greenspan como analista ('gurú' le llegan a llamar algunos medios, olvidándose de que es el máximo responsable de la política monetaria de la mayor economía del mundo) es de una solvencia relativa. La afirmación de esta semana es un buen ejemplo. La economía americana registró durante el segundo trimestre una apreciable desaceleración, que no suponía un riesgo de recesión pero que reducía el ritmo de la economía desde cerca del 5% al entorno del 3%. Durante dos o tres meses prácticamente todos los indicadores coincidían en esa imagen. Los indicadores que han aparecido en las últimas semanas, algunos correspondientes a julio y otros a agosto, han sido mixtos. Algunos mantienen una imagen de deterioro (la confianza de los consumidores, ventas al por menor y la actividad en los servicios), mientras que en otros ha habido un mes con un dato más favorable (empleo, viviendas iniciadas y gasto en construcción).
Un único dato mensual tiene mucho ruido y nunca puede legitimar el anuncio de un cambio de tendencia. Si en un mismo mes coinciden datos favorables de la práctica totalidad de los indicadores, habría alguna base para hablar de nuevo impulso. Pero si sólo algunos datos son favorables (no extraordinarios, por cierto), mientras que otros mantienen la imagen anterior, se podrá hablar, en el mejor de los casos, de 'la aparición de algunos síntomas esperanzadores', pero no parece prudente afirmar que la economía ha recuperado su 'tracción' (para hacer una traducción literal de las palabras de Greenspan).
No está claro si la desaceleración del segundo trimestre se debió al encarecimiento energético (como dice Greenspan) o al agotamiento de los fuertes impulsos fiscales y monetarios que esa economía había recibido en los dos años anteriores. Si el segundo factor es importante, habría que esperar que se mantenga un ritmo más moderado durante los próximos trimestres.
Por otra parte, si, como parece, se van a mantener los actuales precios del petróleo (el máximo, por cierto, se ha alcanzado en agosto y no en el segundo trimestre), el carácter permanente de este encarecimiento supondrá nuevos efectos negativos, tanto sobre las decisiones de los consumidores como sobre los precios de otros productos. Ni los consumidores ni los responsables de fijar los precios tendrán la misma conducta ante una elevación de los precios energéticos (que reduce la renta disponible de unos y encarece los costes de producción de otros) que consideren transitoria, que cuando esta elevación se tome como permanente.
Dicho lo cual, ojalá el señor Greenspan acierte. Algunas veces lo ha hecho. Pero del Gobernador de un Banco Central esperamos una buena política monetaria y una rica explicación de la misma y no el intento de adelantarse a los demás (incluso a los propios datos) en el diagnóstico.