Alternativas a lo alternativo
La entidad holandesa ABN Amro anunciaba esta semana el lanzamiento de un producto de los más innovador destinado a sus clientes de banca privada: un fondo que invierte a su vez en fondos de arte. Estos fondos son carteras de inversión cuyos activos son obras de arte; tanto cuadros, como esculturas o cerámicas chinas. Aunque parezca algo extraño, raro para el inversor español, existen en el mundo más de una decena de estos fondos, con unos activos que se calculan entre 100 millones y 300 millones de dólares.
Estos son los fondos que formarán la cartera del nuevo producto de ABN Amro. El banco asegura que existe una demanda sustancial por este tipo de inversión, cuyo objeto ya no es comprar y mantener, sino comprar y vender para obtener una plusvalía.
El arte es uno de esos activos que tradicionalmente se han denominado inversiones alternativas. ¿Alternativas a qué? Pues alternativas a la Bolsa, al mercado de deuda, al de divisas y, en general, a todos aquellos mercados organizados, líquidos y que garantizan una contrapartida. Fuera de este espectro existen todo tipo de inversiones alternativas, el arte entre ellas, pero también los sellos, los árboles, los juguetes antiguos, las joyas, las monedas...
La demanda por la inversión en arte de que se hace eco ABN Amro es sintomático de lo que está sucediendo en los mercados organizados. El atractivo de la Bolsa es limitado mientras dure la incertidumbre. El riesgo de la renta fija es, por su parte, elevado en un contexto de previsibles subidas de tipos de interés.
La gestión alternativa, los afamados y temidos hedge funds, ha ganado enteros en las carteras de los gestores y de los inversores más acaudalados. Pero la falta de volatilidad en los mercados está generando pobres resultados en este sector, del que se dice que obtiene rentabilidades absolutas al margen de lo que hagan los mercados.
Así que la tendencia natural ante la falta de activos susceptibles de inversión parece ser la inversión alternativa, como alternativa a la gestión alternativa. Tras este galimatías lo que subyace es una búsqueda desesperada por parte de los inversores por encontrar activos en los que merezca la pena invertir. Aunque sean poco líquidos o se necesiten décadas para que se revaloricen.