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Columna
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A pesar del petróleo

A pesar de la escalada del precio del petróleo y demás noticias inquietantes, la situación de la economía mundial continúa siendo para el autor francamente positiva, y también las perspectivas de entorno para la economía española. Aunque la intranquilidad es, en ambos ámbitos, mayor que antes del verano

Después de un verano tan prolijo en noticias inquietantes (subida de los precios del petróleo hasta niveles desconocidos desde hace mucho tiempo, caída permanente de los mercados de valores, subidas -aunque graduales- de los tipos de interés en EE UU, aumento de la incertidumbre en Irak y de la tensión geoestratégica...) cuando uno vuelve a su despacho parece que la primera obligación es tomar estado de la situación económica internacional y de la española a la vista de tantas novedades negativas.

Permítaseme adelantar mi conclusión después de repasar los últimos datos: a pesar del petróleo, a pesar de todo lo demás, la situación de la economía mundial continua siendo francamente positiva y las perspectivas de entorno para la economía española también, sin negar que en uno y otro ámbito si las expectativas no han sido sacudidas gravemente por estos acontecimientos la intranquilidad es ahora mayor que cuando comenzó el verano. Los desarrollos de aquí a fin de año, incluido el resultado de las elecciones en EE UU, nos dirán si este aumento de la incertidumbre se va poco a poco disipando o, por lo contrario puede tener en el futuro un efecto negativo sobre la evolución de la economía mundial.

Por el momento, sin embargo, la situación no parece muy afectada por los últimos cataclismos estivales. Posiblemente el impacto de la subida de los precios del petróleo tanto sobre la marcha del crecimiento económico mundial como sobre las expectativas de inflación se ha exagerado en las pasadas semanas. Un nivel de 46 dólares del precio del barril de Brent es ciertamente superior en un 50% o más al prevaleciente en los dos últimos años y ofrece razones para la inquietud. Pero en términos reales sigue siendo aproximadamente un tercio de los altos niveles de precios de principio de la década de los ochenta.

Por otra parte, a pesar de algunos factores estructurales que están enrareciendo la oferta de crudo en los mercados (inestabilidad política en algunos países productores importantes, difícil continuidad de la empresa rusa Yukos, sabotajes en las líneas de exportación de Irak, etcétera) tales precios no son fáciles de mantener un periodo prolongado. En realidad ha bastado con que se disipara la incógnita política del referéndum de Venezuela (por cierto, vaya opinión que deben tener los mercados de la oposición a Chávez) para que el precio haya bajado un 15% aproximadamente.

Las expectativas de inflación a largo plazo -y su repercusión en los tipos de interés en los bonos a diez años así lo demuestran- no se han visto modificadas por esta explosión veraniega de los precios del petróleo en un mercado que se ha vuelto altamente especulativo en los últimos tiempos. Tampoco la subida gradual de los tipos de interés ha tenido el temido efecto sobre la ampliación del riesgo país de los países emergentes endeudados en dólares, ni sobre el cambio de sus monedas, evitando de momento una desaceleración de la economía en regiones como América Latina.

Es cierto, sin embargo, que conforme se han ido conociendo las cifras de desempeño de las diversas regiones del mundo en el segundo trimestre del año, datos que han ido apareciendo en agosto y los primeros días de septiembre, se ha podido constatar una desaceleración del crecimiento respecto de los primeros tres meses del año en todas ellas con dos excepciones: América Latina y la Unión Monetaria Europea.

En la primera, la aceleración del crecimiento en Brasil ha compensado sobradamente la desaceleración de Argentina, a la que no ha sido ajena la crisis energética generada por la incompetencia de sus autoridades, en tanto que otros países, y singularmente México, continúan recuperándose favorablemente al calor de la mejora en los términos de intercambio. En la segunda, a pesar de la ligera desaceleración intertrimestral -el crecimiento ha pasado del 0,6% en el primer trimestre al 0,5% en el segundo- la tasa de aumento interanual, 2% es la más alta registrada desde el año 2001. A ello ha contribuido una vigorosa recuperación en Francia y Bélgica con crecimientos interanuales 3%, superiores a los registrados en España, 2,6%, y una mejora más modesta, pero esperanzadora, en Alemania.

En EE UU el crecimiento en el segundo trimestre se redujo al 2,8% después del 4,5% del primer trimestre, afectado, sobre todo, por el debilitamiento del consumo que debe estar notando el final del impulso expansivo sobre la renta disponible de las bajadas del año pasado de impuestos y la desaceleración en la creación de puestos de trabajo. Datos más recientes, sin embargo, demuestran cierta recuperación de esta variable. Tampoco es positivo el escenario del sector exterior norteamericano, a pesar de los bajos niveles del dólar, lo que indica claramente que no es previsible esperar tasas de crecimiento de la economía norteamericana en los próximos meses o en el año 2005 tan altas como las registradas en algunos de los últimos trimestres.

También parece que la economía china por fin se ha desacelerado, lo que afectará a todo el mundo (este país por ejemplo ya es el segundo comprador de petróleo en el mercado internacional y primero de muchas materias primas), pero fundamentalmente a Japón y otros países del Este de Asia. Pero dicha desaceleración y un eventual fortalecimiento del yuan debería ser bienvenido en esta fase del ciclo económico internacional.

En conclusión, el escenario internacional todavía sigue en línea claramente favorable y algunos de los últimos acontecimientos deberían dar tranquilidad a la hora de juzgar las expectativas de desarrollo de la economía española. Pero de eso hablaremos en un próximo artículo.

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