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La Convención Republicana, poco rentable para Nueva York

Las cuentas no terminan de salir en Nueva York. Desde este lunes, 30 de agosto, hasta el 2 de septiembre se celebrará en el Madison Square Garden la Convención Republicana. En esta fiesta, el partido gobernante nombrará de forma oficial a George Bush como candidato a la reelección. Se esperan que 50.000 visitantes de todo el país, entre los que se incluyen 14.000 delegados de la agrupación, llenen el pabellón durante estos días. La alcaldía estima que la ciudad obtendrá unos beneficios de 265 millones de dólares por albergar esta celebración.

Pero no todos tienen tan claro que el festejo republicano sea rentable. El interventor general de la ciudad, William Thompson, ha hecho cuentas y cree que no se ganará dinero. En su opinión, los costes a los que tendrá que hacer frente Nueva York ascenderán a 309 millones de dólares.

Los cálculos de Thompson asumen que el cierre de buena parte de las calles y sus negocios, las multitudinarias manifestaciones que se han organizado, la huida de muchos de los residentes para evitar problemas y las fortísimas medidas de seguridad harán que la ciudad pierda unos 70,3 millones de dólares diarios. Sólo blindar la urbe supondrá un gasto de 78 millones de dólares, de los que 50 corren por cuenta del presupuesto federal. El resto lo pone Nueva York.

Los teatros de Broadway ofrecen descuentos para evitar butacas vacías y en los restaurantes de moda aún se pueden hacer reservas

A la espera de obtener datos reales, se ha seguido de cerca lo ocurrido en Boston durante la Convención Demócrata, celebrada a finales de julio. Ahí se esperaba que el festejo de los seguidores del candidato John Kerry inyectara unos 155 millones en su economía local. Pero el cierre de buena parte de las calles y los negocios redujeron las expectativas. Según el Beacon Hill Institute esos millones se han quedado en 14,8, aunque admite que faltan algunos datos que permitan un análisis más exhaustivo.

Pero la historia suele mostrar que albergar una convención suele ser algo positivo. En 1992 la Convención Demócrata renovó la imagen de Nueva York y fue un éxito que se tradujo en un aumento del turismo. La Republicana del 2000 en Filadelfia generó, a su vez, 345 millones de dólares para la ciudad.

Las perspectivas para Nueva York en esta ocasión no son buenas. Uno de los mejores negocios es la venta callejera de camisetas anti-Bush, pero más allá de eso, los transportistas temen el caos circulatorio y los costes adicionales derivados de los atascos. En Broadway no se han llenado todos los teatros a pesar de ofrecerse descuentos. Tampoco los restaurantes más sofisticados cantan victoria. Muchos delegados están invitados a fiestas y el éxodo de su público habitual hace que en locales de moda como el Nobu, donde para obtener mesa hay que reservar con un mes de antelación, haya sitios disponibles para estos días.

No todos los hoteles están llenos. Aunque se espera que 250.000 personas se manifiesten el domingo en las calles, muchos de los que vienen de fuera están siendo acogidos por los manifestantes locales. En los que tienen muchas estrellas también es posible encontrar habitaciones. Ni siquiera el invitado de honor se anima a dar ejemplo. George Bush es uno de los que no se queda a dormir en Nueva York. Ni siquiera una noche.

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