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Los vehículos rápidos atraen el dinero de los más ricos

La pasión de los ricos por las máquinas veloces es algo que viene de lejos. El máximo ejecutivo de Oracle, Larry Ellison, gastó una fortuna tratando de ganar la Copa América, y Richard Branson, fundador del grupo Virgin, es tan famoso por sus logros en globo aerostático como por sus negocios. Nada de esto sorprende. Los rasgos que forman el carácter de un gran empresario son similares a los que tienen los grandes aventureros. Aman lo novedoso, les gustan los desafíos y necesitan adrenalina. Pero, recientemente, muchos magnates han sumado a sus aficiones el olfato inversor.

A finales de julio, el millonario ruso Nikolai Smolensky, de 23 años, hijo del empresario Alexander Smolensky, compró el fabricante británico de coches deportivos TVR por una suma no revelada. En Italia, el financiero Roberto Colaninno, presidente del fabricante de motocicletas Piaggio, concluirá la compra de Aprilia, matriz de Guzzi, el próximo 30 de septiembre. Otro caso: Alan Gibbs, el magnate neocelandés domiciliado en Gran Bretaña, ha lanzado este año el Gibbs Aquada, un coche que se convierte en lancha al entrar en el agua. El precio por unidad: 1,1 millones de euros.

Aunque parezca que estos tres hombres sólo están gastando parte de sus fortunas en costosos juguetes, quizá haya algo más detrás de sus intenciones que satisfacer un mero capricho. La posibilidad más interesante es que hayan descubierto un filón. En el negocio de transportar personas se dan dos tendencias. Por un lado, el mercado de masas se hace cada vez más asequible y, en el extremo opuesto, crece la demanda de viajes de mayor refinamiento.

En el transporte de personas se dan dos tendencias: mientras los desplazamientos se abaratan, alguna gente busca una mayor exclusividad en sus viajes

La velocidad media del tráfico urbano ha disminuido mucho en las ciudades en las últimas décadas. Ante esto, la reacción de mucha gente parece ser una: 'Si vamos a estar horas en un embotellamiento, hagámoslo al menos con estilo'. Este es el motivo que ha impulsado a Volkswagen a crear el Bugatti Veyron, que costará un millón y medio de euros, e invertir en las marcas Bentley y Lamborghini. DaimlerChrysler ha lanzado, a su vez, el Maybach para la gente que encuentra sus modelos Mercedes un tanto comunes, y BMW está modernizando Rolls Royce.

En el cielo, Lufthansa ha sacado vuelos de clase de negocios a EE UU en exclusiva para ahorrar tiempo en los embarques. Incluso los barcos están volviendo por sus fueros. Cunard Line, filial de Carnival, ha lanzado este año el Queen Mary 2, el transatlántico más caro jamás construido.

Está pendiente saber si TVR, Moto Guzzi o Aquada son buenas inversiones. A pesar del deseo de su dueño de dar a conocer la marca a nivel mundial, TVR sólo fabrica unos mil coches al año con precios que oscilan entre los 54.000 y los 132.000 euros. Una cifra nada apabullante.

Las motocicletas también compiten en un mercado difícil y, a menos que uno sea James Bond, cuesta descubrir la utilidad de un automóvil que también funciona como lancha. Aún así, parece haber un hueco en el mercado para los vehículos más lujosos. Los magnates se están subiendo a bordo de esa tendencia y, quién sabe, podrían ganar tanto dinero como con sus negocios anteriores.

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