Fascinación por China
El ying y el yang, el tai chi chuan, el feng shui, la acupuntura y toda la medicina tradicional china, la atracción por la filosofía de los grandes maestros espirituales como Lao Tse, Buda o Confucio y hasta el té de gingseng. Los españoles han abierto los ojos a la cultura china y la sensación de misterio, lejanía y desconocimiento que envolvía hasta hace poco a aquel país ha dado paso a una fascinación que va mucho más allá de la mera proliferación de restaurantes especializados.
Los europeos descubrieron antes que los españoles esta cultura milenaria, pero el proceso de reconocimiento e interés por Asia, en general, y por China, en particular, es en los últimos cuatro o cinco años un fenómeno que no pasa inadvertido en España. Desde hace un año, hay licenciaturas universitarias sobre estudios asiáticos, una posibilidad con la que no contaban hasta ahora los estudiantes españoles, que tenían que ir a universidades de Alemania, Italia, Francia o Inglaterra para licenciarse en esta especialidad.
'Vemos en los últimos años un interés creciente. La seducción ha empezado por la cultura, pero seguirá y se desarrollará en el ámbito de los negocios', predice Amadeo Jensana, director del círculo de negocios de Casa Asia, uno de los principales escaparates para la promoción de este polo del planeta en España.
Conocer el idioma es una ventaja comparativa para los empresarios
'El primer paso para hacer negocios en un país es entender su cultura. Las empresas extranjeras que triunfan son las que han entendido esto y no tratan de imponer los parámetros occidentales', subraya. Alsa, Indo, Mondragón, Simón, Agrolimen o Nutrexpa encabezan la lista de españolas presentes en la zona que han aplicado esta visión en sus negocios.
El encanto que despierta la filosofía, el arte o la medicina china, por el fuerte contraste con los valores occidentales, no es ajeno a las enormes posibilidades económicas y de generación de empleo del país, entre los de mayor crecimiento económico del mundo.
A pesar de las medidas aplicadas por el Gobierno de Pekín para enfriar la economía, China sigue atrayendo masivamente inversión extranjera directa, sobre todo, desde su entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC), en 2001. Tras el cambio de rumbo impulsado por Deng Xiaoping, de quien se celebra estos días el centenario de su nacimiento, China emprendió una carrera hacia la economía de mercado. Y en su frenético ritmo cuenta ya con 15 compañías entre las 500 empresas más importantes del mundo, según la lista que publica periódicamente la revista Fortune. Además, hay 470.000 empresas extranjeras instaladas. Hasta hace cuatro o cinco años, se trataba, fundamentalmente, de empresas con socios locales. Hoy, el 80% de las que se crean son capital extranjero al cien por cien.
En medio de esta inmensidad, la presencia española es aún escasa, apenas 400 entre el casi medio millón de extranjeras. Conseguir, por tanto, profundizar en las relaciones comerciales y animar la inversión es en los últimos años uno de los objetivos estratégicos de la política exterior española. En este contexto, conocer el idioma chino es una ventaja comparativa indudable para los españoles que decidan aprovechar tales oportunidades.
Vidal Pou, el director de la única escuela privada que imparte chino en España, percibe el creciente interés por este idioma, hablado por 1.300 millones de personas, y calcula que aproximadamente un tercio de sus alumnos se acercan al mismo con una visión económica o comercial.
Pero hablar mandarín -el idioma oficial entre otros 55 idiomas y más de 2.000 dialectos- no basta. Andrés Cosmen, de Alsa y presidente del comité bilateral hispano chino, recomienda conocer muy bien el protocolo y la idiosincrasia de la población. Cosmen coincide con Jensana en la importancia de las relaciones interpersonales, por eso 'no basta con cualquier intérprete'. 'Los chinos son históricamente muy desconfiados, pero si haces buena relación y generas confianza las relaciones son muy duraderas y muy eficaces los compromisos personales', asegura Cosmen. 'La diferencia en los valores y en la mentalidad sigue siendo la principal barrera', asegura el empresario.