Incertidumbres estivales
Con el precio del petróleo a 44 dólares la inquietud vuelve a ser el eje de la valoración del momento económico, aunque no la única, pues se confirma (ver Cinco Días del 4 julio 2004) que la pujanza de la demanda, especialmente de China y otros países asiáticos, incide más en el aumento del precio que las dificultades en la oferta provocadas por la situación de Irak o los problemas de Yukos.
El hecho es que, si los estrangulamientos de suministro y transporte se lo permiten, la economía China seguirá creciendo y, a corto plazo, eso mantendrá las tensiones en el precio de materias primas energéticas y otras, así como en los fletes. A largo plazo, la mejora en la eficiencia energética, la aportación de los yacimientos que se están poniendo en explotación (Alaska, Nigeria, Guinea Ecuatorial ) y la que se obtenga de los que se consigan con las prospecciones en curso, suavizarán este problema, si bien seguirán las oscilaciones propias de la actividad y las que generen las medidas de la OPEP.
La contrapartida de la mejora en el nivel de actividad es la presión al alza de los precios, reforzada por factores externos como el coste de la energía. Las políticas monetarias permisivas han evitado un mayor deterioro de la actividad y el empleo tanto en la UE como en EE UU y Japón. Ahora facilitan la recuperación, pero si se mantienen, se traducirán en aumentos generalizados de precios. El BCE ya ha cambiado la orientación de aumento de la oferta monetaria que mantuvo a lo largo de 2001 y desde mediados de 2002 hasta el segundo semestre de 2003. Desde entonces, la M3 tuvo una trayectoria de descenso desde un crecimiento anual del 8,6% para quedar en un 4,6% en mayo de 2004. El menor ritmo de crecimiento de la M3 modera la presión alcista en los precios, pero aún es mayor que el aumento del PIB monetario.
Con la fuerte subida del precio del petróleo, la inquietud vuelve a ser el eje de la valoración económica
Paralelamente, aunque el tipo oficial del BCE se mantiene en el 2%, y los tipos del euribor están por debajo de los registrados en 2003, los tipos a tres meses han pasado del 2,05% de abril al 2,12% a final de julio, mientras que a 12 meses han pasado del 2,16% al 2,41% en el mismo periodo.
El aumento en el coste del crédito incide directamente en las disponibilidades de las familias y las empresas. En el primer caso el volumen de pasivos de los hogares estaba en mayo en unos 525.000 millones de euros (en torno al 70% del PIB), por lo que un 1% de aumento en el interés pagado supondría una reducción de poder de compra equivalente a un 0,7% del PIB. En el caso de las empresas, con cifras del primer trimestre de 2004 la deuda estaba en 602.600 millones (aproximadamente el 78,8% del PIB), con lo que un aumento del coste del crédito de un 1% equivaldría a una reducción de ganancias de casi el 0,79% del PIB.
Estas cifras deben relacionarse con los correspondientes activos reales y financieros que, en el caso de los últimos y de las familias estaban en casi el 170% del PIB (con 1,279 billones) en el primer trimestre, lo que muestra que, desde un punto de vista agregado, no hay problemas de solvencia.
El aumento en el coste del crédito puede ir acompañado de mejor retribución para al ahorro, pero eso no aporta un poder de compra que compense el mayor coste, pues la parte líquida no está retribuida y la otra está sujeta a tributación, con lo que si el interés sube la demanda se resentirá, incluso sin tener en cuenta la posibilidad (remota en las cifras que pueden presentarse) de que el incentivo de la retribución detraiga una parte destinada al gasto para llevarla al ahorro.
El tercer aspecto del momento es el esfuerzo de Gobiernos europeos, Alemania, Francia, España , para financiar de forma ortodoxa los servicios y prestaciones sociales.
Los impuestos indirectos a los que se recurre aumentan los precios y los indirectos reducen la renta, y ambos la competitividad exterior y la demanda interior. Si los aumentos son moderados y se compensan con ganancias de productividad y/o abaratamiento de costes, como está ocurriendo en importantes empresas alemanas y, en menor medida, en Francia, se puede compensar el impacto directo, pero de no ser así habría que proceder a medidas de ajuste de las prestaciones.
Las cifras de aumento del empleo registradas en de julio muestran que, pese a la ligera desaceleración en el crecimiento del PIB, hay un aumento importante de cotizantes a la Seguridad Social, que alcanza una cifra récord de casi 17,3 afiliados, lo que genera una base tributaria que, si se acompañara de mejoras de eficiencia en la gestión, podría permitir la continuidad del crecimiento sin que las incertidumbres constatadas fueran más que nubes de verano. En caso contrario podrían convertirse en tormentas.