La necesaria intervención del asesor fiscal
Como no podía ser de otro modo, se ha formado un cierto revuelo entre abogados y asesores fiscales en torno a un artículo publicado en este diario el pasado 12 de julio en el que, bajo el título A revisión el concepto de delito fiscal, se recogen las siguientes manifestaciones de un miembro de la Inspección de Hacienda: 'Debe reformarse esta figura, introduciendo un tipo penal orientado a corregir las conductas de quienes ofrecen a terceros instrumentos diseñados para posibilitar la ocultación fiscal'.
Pero la causa del revuelo no es ésta, sino otro párrafo que viene a continuación que dice: 'Los inspectores se refieren así a algunos profesionales como asesores fiscales o abogados, propensos a sugerir caminos para defraudar al fisco'. Pero los que se alarman no han percibido que este párrafo no está entrecomillado, es decir, no es del inspector que hace las declaraciones.
El inspector en cuestión, es evidente, no se está refiriendo a los asesores ni a los abogados. A buen seguro que se está refiriendo, entre otros, a ciertas entidades que diseñan productos financieros presuntamente 'opacos' y que acaban siendo muy transparentes. O bien a otras entidades financieras, también pueden entrar las de antes, con oficinas en Bahamas cuya captación de pasivo no se corresponde con la capacidad económica de los habitantes de las islas. Tal vez se refiera a sistemas políticos que permiten la existencia de paraísos fiscales diseminados por todo el planeta.
¿Alguien se ha parado a pensar por qué siguen existiendo los paraísos fiscales?, ¿cuánto tiempo durarían si, por ejemplo, los miembros del G7 adoptaran medidas serias en su contra?, ¿o toda la OCDE?. Observen la desvergüenza con que se publicitan en Internet las cuentas numeradas suizas: 'Todas las personas que tienen acceso a estos documentos están sujetas al secreto bancario, pero existe un riesgo que no se debe menospreciar, de que haya empleados sin escrúpulos tentados por el precio de esta información en el mercado negro, ¿cuánto vale en realidad la información sobre la cuenta de un político en un banco suizo o el alcance de la fortuna de una celebridad (www.switzerland.isyours.com)'.
Porque lo que no cabe suponer es que esté pidiendo que se evite que, dentro de la legalidad, particulares y empresas planifiquen su vida económica minimizando sus costes fiscales, del mismo modo que pueden comprar bombillas de bajo consumo para ahorrar energía. Es decir, suponga usted, siguiendo con el ejemplo, que la compañía eléctrica detecta que ha bajado usted su recibo mensual y le envía un inspector que tras un detenido análisis de la situación -es un experto- comprueba que la disminución se debe a que ha instalado usted lámparas de bajo consumo y concluye que debe pagar la diferencia no consumida y, además, multa al fabricante de lámparas por inductor.
Entiendo que de ninguna manera se ha querido poner a los pies de los caballos a un colectivo que, en su mayoría, desempeña su trabajo con buen hacer y honestidad, obligado a leer, interpretar y transmitir apresuradamente una normativa confusa en ocasiones, defectuosa otras muchas, cambiante permanentemente sin perjuicio de que, entre sus filas, pueda haber individuos indignos de estar en ellas. Que en todas partes cuecen habas. Por tanto, trabajemos todos en pro de un mejor funcionamiento de nuestro sistema fiscal, sin ruido, el que la haga que la pague, pero no persigamos a un colectivo de profesionales que va estando cada vez más cansado de soportar determinados modos y maneras y sin cuya dedicación sería absolutamente impensable el nivel de cumplimiento espontáneo que tiene hoy la gestión de los tributos.