_
_
_
_
CincoSentidos

La ciudad de los prodigios

Se comprende bien que Marrakech sea la favorita, sin ser precisamente la más monumental de las ciudades marroquíes. Acapara casi un tercio de las pernoctaciones turísticas del país. Para los españoles, es un destino estrella, junto con el circuito de ciudades imperiales o la ruta de las alcazabas; el pasado año, 231.000 compatriotas visitaron el país vecino, con un incremento del 15% respecto al año anterior.

Pero los guarismos son fríos, poco tienen que ver con la fuerza misteriosa que sigue arrastrando a los trotamundos hacia ese vergel protegido por un anillo de murallas bermejas, al pie del Atlas; y sobre todo hacia ese ombligo fuera del tiempo que es la plaza Yemá el Fna, paisaje humano declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad.

Son, efectivamente, los personajes los que convierten en plaza y drama lo que no pasaría de ser una explanada enorme, un escenario desangelado. Pero allí están, desde primeras luces de la mañana, los músicos y saltimbanquis, los cuentacuentos y embaucadores, los encantadores de serpientes, los aguadores, los vendedores de remedios mágicos o dentaduras postizas, las matronas bereberes que escriben con alheña en la piel cartografías de amor o desengaño.

Y a la puesta del sol, cuando la voz de los almuédanos ha llamado a la oración desde los cuatro alminares que se asoman a la plaza, ésta se convierte en un inmenso estómago alumbrado por lámparas de acetileno, donde se guisan y tuestan viandas -ahora más refinadas- que apuran, juntos y revueltos, indígenas y turistas, en una barahúnda formidable de humaredas, voces y destellos.

A unos metros apenas, hierve otra ciudad ajena a los tópicos. En las terrazas de la calle Banni Marine y otras aledañas, se consumen hamburguesas y refrescos globales, los jóvenes lucen marcas de prestigio, la vida moderna se impone.

Y no digamos en la parte nueva, fuera de los casi veinte kilómetros de muralla de la Medina: en la llamada Gueliz (l'eglise, la iglesia, por la que dominó al principio el barrio de los colonos europeos) han surgido avenidas, calles limpias y arboladas, bloques relucientes y sobre todo un enjambre de inmensos hoteles o resorts de lujo que extienden el latido urbano hasta los jardines de la Menara, un espacio antaño retirado, para hurtar a las miradas los secretos placeres del sultán.

Un paisaje de grúas indica que, al menos por aquí, se han tomado en serio el proyecto Visión 2010, impulsado por el propio monarca Mohammed VI. Este plan sitúa al turismo como motor principal de desarrollo y, mediante una inyección de más de 8.000 millones de euros, se propone alcanzar en el año 2010 los diez millones de visitantes; es decir, doblar holgadamente la cifra actual.

A los hoteles ya existentes se añadirán otros, así como riads (palacetes tradicionales) y elementos de ocio, hasta cubrir una superficie de 76 hectáreas, en una zona turística vigilada por las cimas nevadas del Atlas. También la compañía aérea nacional, Royal Air Maroc, contribuye de manera notable, con vuelos directos desde Madrid y Barcelona, y la creación de la compañía de bajo coste Atlas Blue, que empezará a operar a partir del próximo noviembre.

La magia de Marrakech prosigue, crece incluso. Los monumentos nucleares -el alminar de la Kutubiya, las tumbas saadianas, los palacios Badi y Bahía, las puertas y murallas- están magníficamente restaurados y mantenidos. El viejo palmeral creado por los almorávides en el siglo XI es ahora un remanso de calma, con complejos sibaritas y campos de golf. En los jardines de la Menara se ofrece un espectáculo singular: sobre el vasto estanque presidido por un pabellón de recreo de sabor granadino, medio centenar de actores, bailarines y acróbatas, arropados por un alarde técnico de efectos especiales, hiende la noche como un rayo, con las viejas historias del desierto, la magia que no cesa.

Guía para el viajero

Cómo irRoyal Air Maroc (902 210010, www.royalairmaroc.com) ofrece un vuelo directo a Marrakech desde Madrid los lunes, miércoles, sábados y domingos, y dos vuelos el jueves, a partir de 367 euros. Desde el 20 de julio, también ofrece un vuelo directo desde Barcelona los lunes y viernes, a partir de 426. Es posible la conexión con Marrakech desde otros aeropuertos marroquíes, la compañía alcanza los 47 vuelos regulares semanales desde España a Marruecos, y los tiempos de espera para las conexiones son mínimos. Politours ofrece un paquete de 4 días/3 noches que incluye vuelo directo a Marrakech, media pensión en hotel Atlas Medina (****), visita guiada y traslados, por 399 euros desde Madrid o 424 desde Barcelona; en agencias.DormirHotel Medina & SPA (Av. Mohammed VI, +212 44 339999, www.hotelsatlas. com) es uno de los grandes hoteles que ocupan el ensanche entre la Medina y la Menara, el SPA Daniel Jouvance es único. El riad Kniza (Bab Doukala, 34, (212) 44 376942, www.riadkniza.com) es uno de los más hermosos palacetes dentro de la medina, tres plantas abiertas al patio interior con habitaciones de gusto exquisito, terraza acondicionada para el té, precio por habitación: entre 180 y 290 euros. Palmerai Golf Palace (Jardins de la Palmerai, 212 44 301010) un cinco estrellas de ensueño en el palmeral de los Almorávides, golf, cinco piscinas, SPA, 15 bares y restaurantes.Comer Ksar el Hamra (28, riad Zitoun kadim Sabt Ben Daoud, (212) 44 427607, www.net-tensift.com/ksar-hamra) es uno de los restaurantes con mejor ambiente local, cocina marroquí y música andalusí durante la cena en un patio abierto con fuentes. Dar Essalam (170, riad Zitoune el Kedim, 212) 44 443520, www.daressalam. com) cocina marroquí en un suntuoso palacio del siglo XVII. Les Cepages (9 rue Ibn Zaidoun Guéliz, (212) 44 439426, www.ilove-marrakesh.com/ lescepages) un restaurante de aires modernos en la parte nueva de Marrakech.

Archivado En

_
_