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Zona Cero, la tierra que no termina de encontrar la paz

La paz no llega a la zona cero de Manhattan cuando apenas falta mes y medio para que se cumpla el tercer aniversario de los ataques terroristas que convirtieron el World Trade Center en un cementerio y, ahora, en un solar para la discordia. El último capítulo de la larga polémica sobre el futuro de esta parte de la isla neoyorquina lo ha escrito el arquitecto Daniel Libeskind, que ha presentado una demanda para reclamar el pago de 843.750 dólares al propietario del lease del área, Larry Silverstein. Para llegar a este punto es necesario repasar la tumultuosa historia de un proyecto que no parece que vaya a materializarse nunca.

El arquitecto ganó en febrero de 2003 el concurso municipal convocado para el diseño de la nueva Zona Cero. Pero, apenas unos meses después de adjudicado el concurso, Silverstein decidió que el proyecto de Libeskind necesitaba modificaciones y contrató al arquitecto David Childs para hacerlas. Muy a su pesar, Libeskind trabajó con Childs. La relación entre ambos se ha ido deteriorando a medida que Childs iba poniendo peros a los trazados del proyecto ganador y, muy especialmente, a su elemento estrella, la Torre Libertad, la más alta y más cargada de simbolismo del conjunto.

Libeskind afirma que no ha cobrado ni un céntimo desde julio de 2003 por reformar junto a Childs su proyecto original. Por ese motivo reclama ahora unos honorarios de los que se pactó no hablar hasta que Silverstein resolviera judicialmente otros flecos, no menos importantes, relacionados con las caídas torres y las aseguradoras. El empresario inmobiliario no quiere ofrecer más de 225.000 dólares al furioso arquitecto que expone en su demanda que Silverstein 'siempre quiso descarrilar el proyecto de reconstrucción aprobado por las autoridades debido a sus intereses financieros'. La demanda deja bien a las claras el ambiente hostil existente entre las partes, a pesar de la serie de declaraciones que en sentido contrario se suceden desde el año pasado.

El arquitecto Daniel Libeskind reclama 843.750 dólares a Larry Silverstein, propietario del arrendamiento del área sobre la que se levantaban las Torres Gemelas

En Nueva York es un secreto a voces que Silverstein quiere sacar el mayor rendimiento del futuro complejo. Pero el magnate estadounidense quizá tenga que tomar nota de las últimos datos en la ocupación de oficinas, que disminuye a medida que se levantan nuevas torres en el centro de la ciudad. Un buen ejemplo de esta tendencia lo presenta el mayor empleador de la urbe, Citigroup, quien ha decidido desplazar sus más de 1.900 trabajadores a la vecina Nueva Jersey, donde los edificios altos y sofisticados no dejan de crecer. JP Morgan ya hizo hace dos años el traslado de 2.000 empleados a este Estado, al que se llega en un corto paseo en tren (path) que cruza el río Hudson.

Todo esto ocurre cuando ya se han gastado los 300 millones que se dieron a compañías para retener puestos de trabajo en el sur de Manhattan, y los bonos Liberty que se emitieron para promocionar el desarrollo inmobiliario de la zona. Estos últimos se han terminado usando en proyectos, inmobiliarios, eso sí, muy lujosos en zonas no menos lujosas pero no siempre en las cercanías de la Zona Cero.

En el área a reconstruir se mezclan tantas presiones de las partes interesadas y emociones, que incluso cubrir el puesto de presidente de la Fundación para el World Trade Center Memorial, básicamente un captador de fondos para su reconstrucción, ha sido rechazado por gente tan poderosa e influyente como Sandy Weill, ex presidente de Citigroup, o Henry R. Kravis, del fondo de capital riesgo KKR. Es difícil comprometerse en un terreno tan resbaladizo como es este solar.

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