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Tribuna
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Ordenadores y libros en la piscina

Ni los ordenadores ni los libros parecen decididos a renunciar a crecer en un ambiente aparentemente hostil como son los piscinas. Aunque la invasión de este entorno les exija demostrar su capacidad de adaptación al agua, un elemento tan dañino para las entrañas informáticas y el papel. Para salvar la última de estas agresiones, la empresa zaragozana Egido Editorial ha lanzado el primer libro sumergible. Se trata de un producto diseñado por un grupo de investigadores del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Zaragoza.

El volumen, fabricado en polipropileno, pesa igual que un libro normal, pero facilita que pueda ser leído a la orilla de una piscina o del mar, sin miedo a las salpicaduras. Incluso, los enfermos de la lectura pueden bañarse con el libro sin ningún problema. El volumen es también insensible a los agentes abrasivos, como la lejía o el sudor.

Por su parte, la Fundación Riojana para la Sociedad del Conocimiento (Fundarco) también parece decidida a instalar ordenadores en los lugares aparentemente menos accesibles para la maquinaria informática. Tras meter la red en los conventos, acaba de inaugurar un aula informática en el complejo Aqualand, en las afueras de Logroño. Se trata de una iniciativa de la campaña ¡Mójate con la red!, para demostrar que, entre chapuzón y chapuzón, el ordenador no te abandona.

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