Empleados de Bosch pactan trabajar más para evitar la deslocalización
El fabricante de componentes Bosch asestó ayer un golpe a la jornada laboral de 35 horas y azuzó un poco más si cabe el miedo a la deslocalización en Europa. Los 820 trabajadores de la compañía alemana en la localidad francesa de Venissieux, en las afueras de Lyon, anunciaron ayer que aceptan trabajar seis días más al año, sin compensación económica. Con ello evitarán el traslado de la producción a la República Checa y el despido de 300 personas.
Este acuerdo entre la plantilla y la dirección de la filial francesa del mayor fabricante de componentes da un espaldarazo a las tesis del ministro de Economía y Finanzas galo, Nicolas Sarkozy, quien en las últimas semanas ha incrementado la presión sobre el presidente de la República, Jacques Chirac -a quien aspira a suceder en 2007-, para que se reforme la semana laboral de 35 horas. Esta presión del ex ministro de Interior cuenta con el respaldo de la clase empresarial. Unos y otros rechazan la ley promulgada en 1999 por el Gobierno socialista, ya que consideran que 'resta competitividad'. La decisión de los trabajadores de Bosch, además, parece haber estado calculada por el propio Sarkozy, ya que hoy se celebra el tradicional discurso presidencial del 14 de julio, en el que se espera que Chirac explique su punto de vista.
La plantilla en Venissieux renuncia a partir del 1 de enero a seis de los 20 días anuales que les correspondían con motivo de la reducción del tiempo de trabajo de la ley de las 35 horas (lo que equivale a una hora más por semana). El compromiso propuesto por la empresa prevé una reducción también de los costos salariales por hora trabajada del 12% debido a la suspensión de la prima de interés, a la supresión del pago por el puente de la Ascensión en mayo, a la reducción (del 25% al 20%) del complemento de nocturnidad y a la exclusión de la paga extra de Navidad del cálculo de las vacaciones.
Lo cierto es que han sido las decisiones empresariales de grupos alemanes las que han avivado el debate de cómo hacer frente a la deslocalización. Por ahora, las primeras fórmulas ensayadas apuestan por una mayor flexibilidad, e incluyen la reducción de pagas extras, el uso horario flexible o, como en el caso de Bosch, la ampliación del tiempo de trabajo sin compensación y la ruptura de la bandera de la ley de las 35 horas en Francia. Así, la medida de Bosch tiene antecedentes. El mes pasado, los empleados de Siemens, representados en el sindicato IG Metall, aceptaron volver a trabajar 40 horas semanales -en vez de 35, como hasta ahora- después de que la empresa les amenazara con trasladar producción a Hungría, lo cual supondría el despido de 6.000 personas.
El pasado lunes fue el turno de Daimlerchrysler, que planteó a sus trabajadores la siguiente disyuntiva: o aceptan un recorte de gastos de 500 millones de euros al año antes del ejercicio 2008-2009, o trasladará la producción del nuevo Mercedes Clase C a otras dos en Bremen (Alemania) y Sudáfrica. Volkswagen, aquejado de la caída en sus tres principales mercados (Europa, China y EE UU), reclama a sus empleados un recorte de costes del 30% para. Estas medidas podrían ser imitadas en breve por otros consorcios como MAN o el fabricante de neumáticos Continental, que estudian medidas similares.
Las 35 horas y la sucesión de Chirac
El debate sobre la reforma de la jornada laboral ha servido a Nicolas Sarkozy, ministro de Economía y Finanzas, para marcar diferencias con el presidente Jacques Chirac, a quien aspira a suceder en 2007. Sarkozy se ha convertido en abanderado de la reforma, que defiende para mejorar la competitividad. El presidente se muestra reacio a acometer reformas que puedan suponer una merma en los derechos de los trabajadores. El Gobierno, en cualquier caso, no tomará decisiones al respecto hasta que no se dé un debate público que se iniciará en septiembre.