El looby demócrata
El despacho que durante años ocupó Jack Valenti como presidente de la Asociación Americana de Productoras de Cine, ha sido ocupado por Dan Glickman, secretario de agricultura con Bill Clinton. Cierto es que a Hollywood los republicanos más jocosos la sitúan en la costa izquierda, y no en la oeste, por su larga tradición demócrata, pero la elección de Glickman marca tendencia.
Según The Washington Post, en lo que va de año más del 40% de los lobbistas contratados son demócratas cuando el año pasado este porcentaje era del 30%.
La idea es que estos grupos de presión estén dirigidos o tengan a alto nivel a personas que se sepan mover por los pasillos de la capital, tanto en el Congreso como en los alrededores de la Casa Blanca. Una buena agenda, un buen vínculo con los políticos y saber a qué despachos acudir son los activos más valorados a la hora de contratar a un lobbista por parte de las empresas que los montan y financian para ganar influencia en Washington.
Así las cosas, el aumento del porcentaje de demanda de demócratas significa que a día de hoy no se sabe quien va a mover la mayoría de los hilos en Washington tras las elecciones de noviembre. Y no es que se confundan deseos con realidad como podría ser el caso en Hollywood.
Grupos de presión tan poco sospechosos de volver la espalda a los republicanos como la Business Roundtable (una de las asociaciones empresariales más influyentes) o la Asociación del Sector de Ventas al por menor han contratado a ayudantes de congresistas demócratas con experiencia en la capital.
Se cambia así la tendencia iniciada tras las elecciones de 2002 cuando el Congreso, a pesar de mantener una escasa minoría de este partido en el Senado, se escoraba del lado republicano. No obstante, por un lado se ha verificado que esta pequeña ventaja en la Cámara Alta ha sido, sorprendentemente, más poderosa en su influencia de lo calculado y ha marcado tendencias o parado propuestas de ley. Por otro lado, ya no es fácil hacer apuestas sobre la permanencia de George Bush en la Casa Blanca.
Los fallos durante y tras la guerra en Irak además del progresivo desmontaje de la lógica que ha hecho que más de 1.000 soldados hayan perecido en esta confrontación ha desgastado al Gobierno de Bush. La economía tampoco ayuda porque aunque la confianza de los consumidores se mantiene alta, sigue habiendo ansiedad ya que la creación de empleo no termina de ser lo vigorosa que la economía necesita.
Bush y el futuro candidato demócrata, John Kerry, van punto arriba o punto abajo en las encuestas. La reciente elección del carismático John Edwards como candidato demócrata a la presidencia ha dado alas a Kerry que hasta ahora ha ganado puntos sobre todo 'por no ser Bush'. Edwards no es el candidato soñado por los empresarios que tienen como una de las prioridades la reforma de la ley que permite el pago de sumas millonarias por parte de las compañías a los damnificados por errores o negligencias. Edwards se hizo rico precisamente como abogado esgrimiendo esta ley.
Con tanta incertidumbre en Washington y la perspectiva de que Edwards pueda ser vicepresidente, en la Business Roundtable estarán aliviados de tener a alguien familiarizado con él, como medida preventiva.