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Xavier Mendoza

'Nuestros directivos deberían mirar a Asia'

Acaba de ser renovado como decano, cargo que desempeñará durante los próximos cuatro años. Ha combinado su actividad docente con la consultoría y asegura que, si de algo tienen déficit los ejecutivos españoles, es de una visión global de los negocios.

Parece un ejecutivo aplicado. Xavier Mendoza, nacido en Barcelona hace 46 años, decano de Esade llega a la entrevista celebrada en un hotel de Madrid, tras una reunión en la que han participado decanos de escuelas de negocios internacionales, con unas anotaciones sobre el mensaje que quiere transmitir. Es doctor en Económicas y Empresariales y máster en Dirección de Empresas por el centro que ahora dirige.

'Algunos fallos corporativos que ha habido se explican por querer primar en exceso el individualismo'

Pregunta. Se dedica a formar a directivos ¿cómo ve a este colectivo?

Respuesta. El nivel de preparación de los ejecutivos españoles es elevado en términos internacionales. Hay una alta consideración por parte de las multinacionales hacia los directivos españoles. Se les considera dedicados, trabajadores y competentes. De lo único que se quejan es de la escasa disponibilidad para desplazarse a otras partes del mundo. Prueba de esa alta competitividad es el número de directivos que hay en los primeros puestos de las multinacionales.

P. ¿Por qué son remolones al aceptar un cargo fuera de España?

R. Todo eso tiene que ver con una cuestión cultural. La cultura latina, asiática y árabe tiene una vinculación familiar más fuerte que, por ejemplo, la anglosajona. Otro factor es el dominio del inglés, pero se observa que las jóvenes generaciones están más dispuestas a expatriarse, si bien no de una manera definitiva. En este sentido, hay un cambio generacional.

P. ¿Qué otras carencias observa?

R. A nivel de formación no veo ninguna. Están muy preparados técnicamente, pero existen carencias relacionadas con el tardío desarrollo de las empresas a nivel internacional. Nuestras empresas han operado sobre todo en América Latina, en Europa y en Estados Unidos, pero hay un claro déficit, en términos generales, de conocimiento de las realidades de Asia, que es mucho más que China, y de los países de Europa del Este. Nuestros directivos deberían mirar a Asia y tener una mayor visión global. Las oportunidades fuertes de crecimiento no están en los mercados maduros sino en los que están despegando. Tenemos empresas muy dinámicas, pero tienen que hacer frente a los nuevos desafíos del futuro. No se trata únicamente de exportar sino también de consolidar la presencia exterior. Hay que tener una mayor ambición, a pesar de que los resultados sean buenos.

P. ¿Alimentar esa ambición es uno de los retos de las escuelas de negocios?

R. El reto es que las empresas tengan una visión más internacional. Creo que hay tres dimensiones críticas. Por un lado, formar a los directivos para un contexto global. Nuestro reto es que vengan alumnos de todo el mundo a formarse a nuestras escuelas, que tengan la posibilidad de estar dentro de grupos de aprendizaje globales, donde se realicen aportaciones desde diferentes perspectivas. La segunda meta está en la metodología y no considerar al directivo un estudiante sino un participante, con el fin de aprovechar toda la formación y la información que pueda aportar. Y, por último, tenemos que hacer investigación. Los directivos esperan que seamos líderes de pensamiento, que estemos vinculados al mundo empresarial, centrados en resolver los problemas de las empresas y en los dilemas que tienen para gestionar sus organizaciones.

P. Cada vez hay una mayor competencia entre las escuelas de su sector.

R. Las escuelas de negocios se parecen a empresas de servicios profesionales, de consultoras o a despachos de abogados. Todas intentamos atraer a los mejores alumnos porque son ellos los que van a enseñar lo que somos, tener los mejores profesores y el mejor personal de apoyo. Competimos por el talento, pero no sólo por el talento académico. También competimos por tener las mejores relaciones con las empresas, con el fin de que recluten a nuestros graduados. Y también buscamos tener alianzas con otras escuelas internacionales de alto nivel.

P. ¿Deberán ser un modelo de reputación corporativa?

R. Estamos obligados a ser un ejemplo de comportamiento, de profesionalidad y de responsabilidad con la sociedad. Existe una clara sensibilidad social y empresarial hacia estos temas. Algunos fallos corporativos que ha habido se explican por querer primar en exceso ese individualismo. Eso ha hecho que algunos hayan perdido el Norte y hayan tomado decisiones en favor suyo y en contra de las empresas y de los accionistas.

P. ¿Considera eficaces los códigos de conducta que están implantando las empresas?

R. Hay que aplaudir a las empresas que adoptan públicamente respetar los códigos éticos. Nuestra cultura es la de la sospecha. En ese sentido, deberíamos ser más anglosajones y ser más ingenuos de entrada y más empíricos para ver si se cumplen. Eso es un proceso de aprendizaje.

Los rankings no le quitan el sueño

Duerme bien, sobre todo cuando está a punto de aparecer un ranking de las mejores escuelas del mundo. En opinión de Mendoza, este tipo de clasificaciones son importantes porque proporcionan información a los candidatos a estudiar un máster. 'Son importantes, pero no lo son todo. Forman parte, además, de los elementos de reputación de una escuela. Ayuda a tangibilizar el valor', explica el decano, que asegura que en Esade se toman muy en serio la publicación de estos rankings, en los que suelen figurar entre las escuelas más prestigiosas del mundo. 'Eso no significa que no podamos formular críticas metodológicas y filosóficas'.En este sentido, Harvard y Wharton, dos de las mejores escuelas, han declarado su intención de no facilitar a las publicaciones, que elaboran estas clasificaciones, la lista de antiguos alumnos para que no puedan acceder a ellos y recabar información. Lo que sí le resta sueño es la calidad de la enseñanza. 'Con eso sí que hay que obsesionarse y también con tener diseñadas las estrategias a largo plazo. Se trata de ser mejor cada día y si existe una obsesión por los rankings se pierde la clave para lograr esa excelencia', afirma.

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