Línea blanca que ahorra electricidad
Los apagones que se están produciendo en ciertas zonas de España por la ola de calor, en consonancia con lo que ya ocurrió el año pasado, han reabierto el debate sobre la eficiencia del consumo eléctrico y la posibilidad de moderar la demanda. Los usuarios también tienen cartas en la mano para evitar el excesivo consumo y contribuir no sólo a evitar el colapso energético, sino también a aligerar las facturas.
La utilización de electrodomésticos de bajo consumo energético en la llamada línea blanca, como frigoríficos, lavadoras, lavavajillas o secadoras, a la larga puede suponer un ahorro bastante significativo de consumo de luz y de dinero.
Estos electrodomésticos se clasifican en siete categorías, dependiendo de su eficiencia energética. La clase A+ y A son las que más ahorran y el resto, hasta la clase G, son las que, de manera progresiva, más electricidad gastan.
Según un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, una familia que use cuatro electrodomésticos de clase G (frigorífico, secadora, lavadora, lavavajillas), que es la clase con peor eficiencia energética, en un periodo de diez años, consumirá en energía 18.611 kWh más que si estos aparatos fuesen de clase A. Otro ejemplo: si los aparatos fuesen de clase E, estos consumirían 13.293 kWh más frente a los de la clasificación A.
Naturalmente, utilizar unos electrodomésticos u otros tiene un efecto significativo en la factura final a pagar. Según datos del IDAE, el ahorro estimado en la vida útil de los aparatos, entre 10 y 15 años, al sustituir los cuatro de línea blanca de clase G por lo de clase A asciende a 1.920 euros. El ahorro sería de 1.389 euros si se eligiera la clase E o de 790 euros si fuese la clase C. En total, el consumo de energía, para prestaciones similares, puede llegar a ser casi tres veces mayor en los electrodomésticos de la clase G que en los de la A.
El ahorro medio en la factura eléctrica que logran los más eficientes con respecto a los menos puede superar -dependiendo del tamaño del aparato y teniendo en cuenta que la mayor parte de lo equipos tienen una vida media superior a los diez años- unos 600 euros a lo largo de su vida útil.
Pero a pesar de estos ahorros en consumo y dinero, estos electrodomésticos de eficiencia energética no pasan por ser los más comprados por el consumidor.
El precio de los productos actúa como barrera importante. Rafael Luengo, gerente de Redex, plataforma de la cadena Idea en Extremadura, señala que 'su coste echa para atrás a muchos clientes. De momento, no lo ven como inversión para ahorrar consumo energético'. A su juicio, hay un determinado usuario que no lo conoce. 'Aunque este mercado cada vez crece más, todavía queda mucho camino por recorrer', expone.
Con gas también funcionan
A pesar de que la mayoría de los electrodomésticos funcionan con electricidad, existen otras alternativas como fuentes de energía. Destaca, principalmente, el gas natural. Estos productos que usan el gas como materia prima -sin dejar del todo la electricidad- se conocen como gasodomésticos.Las principales ventajas son, según fuentes del Grupo Gas Natural, el menor coste que tienen y el hecho de ser más rápidos. Así, por ejemplo, 'las secadoras con gas natural consumen un 60% menos que las de electricidad', resaltan desde el grupo.La oferta abarca lavadoras y lavavajillas. En estos dos últimos casos el agua es calentada por gas natural. En el lavavajillas, el tiempo de lavado es un 30% menor y, también, más barato (hasta un 35% de ahorro frente a los lavados en los que entra agua fría). Asimismo, hay barbacoas y chimeneas (estas últimas con troncos de cerámica que se ponen rojos cuando se calientan). Por lo que respecta a las cocinas y al horno, sobresale la calidad de cocción y la reducción del tiempo de precalentado. Un producto curioso es el radiador toallero.Los particulares son quienes mayoritariamente usan estos productos con gas natural. Pero también hay grandes industrias y pequeñas y medianas empresas como clientes. En estos casos, es en la cocina y en la calefacción donde se utiliza esta fuente de energía. Igualmente, el gas es utilizado para la producción de frío. Es el caso de pabellones de hielo y mercados cárnicos.