La renta fija, de capa caída
Los inversores minoristas de Estados Unidos parece que se han hecho ya la idea de que los tipos de interés van a subir. Durante el mes pasado se registraron salidas de 17.500 millones de dólares en fondos de renta fija, según los datos de Lipper. El partícipe de fondos, que normalmente reacciona más tarde que los inversores mejor informados, ya ha tomado nota de las perspectivas de un repunte de tipos. Por lo que, en teoría, la Bolsa no debería alterarse en exceso a la noticia cuando ésta se confirme.
Lo minoritarios reaccionan, en cualquier caso, un poco tarde. Los tipos de interés de la deuda a largo plazo -que es la que compone las carteras de las gestoras de fondos- han subido más de un 100 puntos básicos al pasar de la zona del 3,7% al entorno del 4,7%. Eso supone una notable caída en el precio que, posiblemente, también ha influido en la salida de capitales. Ya se sabe que el inversor acostumbra a operar no en función de lo que puede venir, sino de lo que ya ha sido. Luego, ya se sabe, vienen las terras y demás desgracias. Pero eso es otra historia.
El nudo de la cuestión estriba en que el alza de tipos será larga e intensa, difícil de absorber para la renta fija. Ello genera un problema de asignación de activos. La Bolsa de Estados Unidos ofrece poco potencial.
La de Europa no puede sin permiso del Gran Hermano. Y el término inversión inmobiliaria suele asociarse con el de burbuja. Así que los gestores, todos a una, han decidido que el futuro es de la gestión alternativa. Explicar al ahorrador qué significan estas palabras es, no obstante, otro cantar.
Así, mientras llega el momento de subir tipos los mercados se encuentran paralizados. Si acaso, en sesiones como la de ayer se toman la molestia de borrar las plusvalías de jornadas anteriores. Y vuelta a empezar.