El Este empieza a pisar fuerte en la UE
Sólo mes y medio en la UE y su presencia ya se deja notar con intensidad. Los 10 países que ingresaron el 1 de mayo (ocho procedentes del antiguo bloque soviético) se mueven sin complejos por el entramado comunitario y hacen oír y saber sus reivindicaciones. Las cuales, por cierto, no siempre coinciden con las que se les presuponen. A pesar de su reputado atlantismo, por ejemplo, una de las primeras exigencias cursadas por Varsovia a la Comisión Europea es que reclame a EE UU la supresión del visado para los turistas polacos. Lo más embarazoso para la Comisión Europea es que el derecho comunitario contempla la posibilidad de que todos los países de la UE exijan visado a los estadounidenses si Washington lo exige a uno de los países miembros. Otro sorprendido debe ser el comisario europeo de Salud y Derechos del Consumidor, David Byrne. Este irlandés se las prometía muy felices porque daba por supuesto el apoyo de los socios del Este a su política de tolerancia con los cultivos transgénicos. Pero en la primera votación en el Comité Regulador que concede los permisos en ese terreno, la propuesta favorable de la Comisión se ha encontrado con el voto negativo de 12 países, entre ellos seis de los nuevos socios (incluidos los dos más grandes, Polonia y Hungría).