El cajón de sastre del economista

De lo poco, poquísimo, que se ha sacado en claro del 60 aniversario de Bretton Woods, celebrado en Madrid, ha sido la petición a China para que revalúe su moneda. El tipo de cambio de remimbi está pegado al dólar y, a juzgar por las peticiones de los responsables de política económica mundial, debería ser más caro.

Meses atrás, cuando estaba de moda aquello de la deslocalización y Wall Street temblaba ante la perspectiva de una recuperación sin creación de empleo -lo llamaban jobless recovery, que viste mucho más-, China era acusada de exportar deflación vía costes laborales. Pero después, a la hora de explicar los altos precios del petróleo, se alude a la demanda que procede de China.

Cuando se mencionan los riesgos de la caída del dólar, resulta que China juega un papel importante porque es la destinataria del déficit comercial estadounidense al tiempo que lo financia. Y este dinero sirve para contolar el alza de los tipos a largo. Los bancos de inversión, en resumen, hacen más referencias a China que a Europa cuando hablan de tendencias a largo plazo.

¿Se ha convertido China en el cajón de sastre, en la explicación oficial cuando no se sabe cómo explicar un fenómeno económico? Por una vez, conviene dar a los economistas un voto de confianza. La irrupción de un gigante con 1.200 millones de almas ha alterado la situación económica, y sólo a toro pasado los expertos pueden hacer una primera valoración de los efectos. Y ahora que parecían entender la situacio el debate se traslada a la desaceleración de la economía china; su ritmo y sus consecuencias.