Discreción y revisionismo en la gran cita del FMI y el BM
Sesenta años después de la Conferencia de Bretton Woods, el Banco de España ejerce de anfitrión en una ceremonia conmemorativa a la que acudirán responsables económicos, técnicos y académicos de casi una treintena de países. La cita, que se prolongará hoy y mañana, se produce en un momento en el que las grandes economías empiezan a despegar, con EE UU a la cabeza. Persisten, sin embargo, algunas nubes en el horizonte, como las tensiones geopolíticas derivadas de la guerra de Irak y la fortaleza del precio del petróleo, que amenaza con acelerar las ya previstas subidas de los tipos de interés.
Entre los asistentes al encuentro estará el vicepresidente de la Reserva Federal estadounidense, Roger Ferguson, mano derecha de Alan Greenspan, que se encargará de moderar un debate sobre el futuro de la llamada 'arquitectura financiera mundial'. Una arquitectura que está en pleno proceso de revisión.
En la mente de todos está el fracaso del FMI a la hora de anticiparse al estallido de crisis financieras y las dudas sobre la eficacia de las recetas del organismo. En medio de este clima de revisionismo, el Banco de España actúa de anfitrión en una cita que se caracteriza, sobre todo, por la privacidad. Aunque la celebración reunirá a destacados representantes del mundo financiero, económico, político y académico de 27 países, el Banco de España ha optado por mantener un perfil bajo a la hora de publicitar el evento. El temor a que los grupos antiglobalización aprovechen el encuentro para escenificar una protesta masiva contra el FMI y el Banco Mundial está detrás de esta actitud de reserva.
Los grupos antiglobalización han colocado a las instituciones de Bretton Woods como uno de sus principales objetivos a batir por el carácter liberal de sus recetas y actuaciones. Y las protestas callejeras en los eventos de ambos organismos han sido constantes desde la reunión celebrada en Praga en otoño del año 2000. Fuentes de la ONG Intermón- Oxfam señalaron a Cinco Días que piensan hacer público hoy un manifiesto, junto con otras asociaciones como Cáritas, en el que reclamarán al FMI un 'giro social' en sus actuaciones. Sin embargo, aseguraron que no están previstas concentraciones ante la sede del Banco de España.
Entre los aspectos que está previsto que se debatan en la conferencia internacional está la financiación propia del FMI y su relación con el endeudamiento en los países en vía de desarrollo.
Según señaló a este diario Sebastián Royo, profesor de la Universidad de Sufflok (Boston), el aumento de los recursos financieros del Fondo (que rondan los 150.000 millones de dólares) es imprescindible si la organización quiere hacer frente a los potenciales desajustes en los países emergentes.
Una decisión que choca con la reticencia de EE UU (principal socio-accionista del Fondo), país que ha manifestado su deseo de que haya una mayor aportación de otros Estados para aliviar la suya propia.
Los mismos actores con distintos papeles
La casualidad o, simplemente, el destino, ha permitido que en este evento participen españoles de gran prestigio internacional, pero con un papel muy distinto al que desempeñaban tan sólo hace tres meses.El primero es Rodrigo Rato. El principal peso pesado de la política económica española en los últimos ocho años, ha cambiado su despacho en la plaza de Cuzco de Madrid (sede del Ministerio de Economía), por la sede del FMI en Washington. La llegada a la dirección del Fondo de un hombre como Rato, con un perfil político, supone una nueva etapa en una institución tradicionalmente dirigida por técnicos.Los otros españoles que han cambiado de posición son Pedro Solbes, hasta hace cuatro meses máximo garante del Pacto de Estabilidad como consejero europeo de Asuntos Monetarios y que ahora es vicepresidente y ministro de Economía. Domingo Solans, ex consejero del BCE, ha vuelto al Banco de España para ocupar el cargo que ha dejado González-Páramo al marchar al BCE.