De nuevo, retraso en Barajas
No por mucho madrugar amanece más temprano. Este proverbio tradicional ha vuelto a mostrar su inmensa sabiduría cuando se aplica a las ambiciosas obras de infraestructura y proyectos tecnológicos en los que se ha embarcado España durante la última década. Ser los primeros en poner un tren de alta velocidad en servicio comercial a 350 kilómetros por hora; convertir el aeropuerto de Madrid en el hub del sur de Europa y en la puerta de entrada para América Latina; destacarse del resto en el lanzamiento del nuevo móvil UMTS y en la puesta en servicio de la televisión digital terrestre (TDT).
Los años han pasado y, tras gastar 7.000 millones, ahora sabemos que el AVE Madrid-Barcelona no llegará a su destino hasta 2007 y nunca alcanzará la velocidad prometida. Ahora sabemos que tras dilapidar por el camino más de 4.000 millones, el nuevo móvil UMTS nace tarde y a cámara lenta. Sabemos que apenas sabemos nada del proyecto de la TDT que deberá sustituir a la televisión convencional.
Ahora se confirma lo que se temía en los últimos meses. Que las obras de las nuevas pistas y terminales del aeropuerto de Madrid-Barajas, con 4.300 millones a sus espaldas, no estarán operativas el 18 de febrero de 2005, tal como estaba programado, y deberán esperar al otoño del año que viene para celebrar su inauguración.
La nueva ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha pedido que se le otorgue un margen de tiempo para analizar y resolver los retrasos y problemas de concepción que aquejan a las nuevas instalaciones de Barajas. Y, entre ellos, no es menor el reparto de los espacios entre las aerolíneas españolas y las grandes alianzas aéreas internacionales. Álvarez deberá derrochar sentido común y capacidad de gestión para evitar que una esperanza de crecimiento económico y fluidez de interconexión de España con el mundo se transforme en una obra faraónica sin rentabilidad, sin coherencia y sin pasajeros.