La inmigración del Este tras la ampliación

La moratoria para que los trabajadores de los nuevos países de la UE disfruten del derecho de libre circulación afecta mucho más a los que ya están que a los que quieren venir, según el autor, que analiza los nuevos flujos laborales hacia España.

Una de las cosas que preocupaban en la Europa de los 15 antes de su ampliación a 25 era el riesgo de un movimiento excesivo de trabajadores del Este hacia el Oeste. Se temía que los ciudadanos de los ocho Estados del Este, tras su entrada en la Unión, aprovechasen el derecho a la libre circulación de trabajadores que rige en su seno para desplazarse masivamente hacia el Oeste. Esto se resolvió con una moratoria al ejercicio de ese derecho que se aplica por un período inicial de dos años, tras el cual cada Estado puede hacerla extensiva tres más, y puede haber una segunda dilación por dos años más. Es decir, hasta siete años podrá un Estado mantener la moratoria.

¿Tiene razón de ser esta moratoria, o es una expresión más de los miedos y las incongruencias con las que en Europa se trata el asunto de la inmigración? Recordemos que la misma moratoria se nos impuso a los españoles y los portugueses cuando entramos en la CEE, e hizo falta poco tiempo para que se comprobase que no era nuestra intención aprovechar el derecho a la libre circulación para irnos todos a los Estados miembros más ricos. Todo apunta a que ahora ocurra algo parecido con los nuevos países de la Unión, ya que, con excepción de Polonia, son países en los que ya apenas se produce emigración, y la polaca está en fase de claro descenso. Pero aún así, la moratoria se estableció.

Sobre los efectos de esta moratoria hay que mirar, sobre todo, no a quienes querrán venir (migrar hacia el Oeste) a partir de ahora, sino a quienes ya están aquí, principalmente a los polacos que tenemos entre nosotros. Muchos de ellos se hallan en situación irregular (sobre todo en Alemania, pero también en otros países como el nuestro) y seguirán estando unos años más en esta situación hasta que no accedan al derecho a libre circulación de trabajadores, y seguirán constituyendo la mano de obra barata que tanto aprecian algunos sectores de la producción. En definitiva, es una moratoria que afecta mucho más a los que ya están que a los que quieren venir, y que más que regular el mercado laboral lo desregula porque favorece la economía sumergida.

Rumanía, Bulgaria, que aún no han entrado en la UE, y Ucrania son países del Este de los que más inmigrantes recibe España

Dicho esto, si queremos reflexionar sobre la inmigración del Este que vamos a ir recibiendo hemos de alejar nuestra mirada, porque vendrá de países que están más al Este, tanto de los que entrarán en 2007 (Rumanía y Bulgaria), como de los otros (Ucrania, Rusia, Moldavia…). æpermil;sta es la inmigración que la UE debe saber regular; la inmigración para la que debe tener una política común que no puede ser sólo de fronteras.

Los principales países del Este que son origen de la inmigración que tenemos en España, son, por este orden, Rumanía, Bulgaria y Ucrania. Se trata de inmigración reciente, con un ritmo de crecimiento elevado y con índice muy alto de irregularidad debido a la estrechez de los cauces legales de inmigración. A principios de 2004 había unos 55.000 rumanos con residencia legal en España y otros tantos entre búlgaros y ucranianos; pero si vemos los últimos datos del padrón municipal, concluiremos que tres de cada cuatro inmigrantes del Este se hallan en situación irregular.

Hoy habrá más de 150.000 rumanos en situación irregular y otros tantos del resto de países del Este. Y, ¿qué hacen aquí estas personas? Pues trabajan, principalmente en construcción, hostelería y servicio doméstico, pero también en industria, agricultura y empresas de servicios. Son personas absorbidas (y necesitadas) por nuestro mercado laboral.

Un aspecto remarcable de esta inmigración es su nivel formativo. Ello es relevante porque la captación de especialistas está adquiriendo importancia creciente en nuestro mercado laboral. Muchas empresas (del metal, construcción, transporte, etcétera) están buscando especialistas de los países del Este. Algunas, incluso, los contratan en origen, protagonizando con ello buena parte de la escasa inmigración laboral que nos entra cumpliendo desde el principio todos los requisitos legales.

La captación de buenos especialistas es un fenómeno en el que la competencia ha adquirido dimensiones planetarias. El Libro Blanco sobre inmigración hecho en 2002 por el Gobierno británico decía textualmente que la competencia mundial por los mejores especialistas será cada vez mayor y que el Reino Unido debía prepararse para esa competencia. Son ya varios los países europeos que han adaptado sus normativas de inmigración para dar todo tipo de facilidades a la entrada de trabajadores altamente cualificados (desde el año 2000 lo han hecho el Reino Unido, Irlanda, Holanda, Dinamarca, Alemania...).

La inmigración del Este ya es importante en España y lo será más en el futuro. Ello obliga a replantear unas cuantas cosas para mejorar su estructura y las condiciones en las que se produce. Hay que organizar las vías legales por las que canalizar los flujos, así como adecuar nuestras estructuras de acogida e integración. Es necesario mejorar sustancialmente los convenios migratorios con Rumanía y Bulgaria y se ha de establecer otro con Ucrania, país que muy probablemente acabará convirtiéndose en el principal origen de nuestra inmigración del Este. Muchas son las cosas que el nuevo Gobierno debe cambiar en política de inmigración, y será importante que no pierda de vista la importancia y las particularidades de la que nos viene del Este.