Soñada Tahití
Entró en Occidente esta parte del mundo por la ventana de la fantasía. Los descubridores no hallaron la Terra Australis Incognita que buscaban, pero sí un sopicaldo de islas perdidas en la inmensidad del océano. Cuando el francés Bouganville echó anclas en Tahití, creyó ver en aquel paraíso natural una sociedad pura, no contaminada por la civilización; el mito del buen salvaje que defendía Rousseau. Otros descubridores, como Cook, o viajeros curiosos, como Stevenson, Melville, Jack London o Pierre Loti no hicieron sino engordar el mito; un libro de éste último animó a Paul Gauguin a abandonar la opresiva Europa y buscar el color de la libertad bajo los trópicos. Sólo los misioneros y traficantes opusieron un cuadro muy distinto: para ellos el canibalismo y otros vicios abominables trocaban el paraíso en infierno, y les servían de coartada para su rapiña, espiritual o comercial.
Esa agonía o contradicción (infierno o paraíso) cobra especial relieve en Tahití, la mayor de las islas de la Polinesia francesa -comprende cinco archipiélagos: las islas de la Sociedad, donde se encuentra Tahití, las Marquesas, Tuamotu, Australes y Gambier-. Y dentro de Tahití, es especialmente visible el contraste en Papeete, la capital. Una conurbación que ocupa 30 kilómetros de litoral y acoge a unos 100.000 habitantes, casi la mitad de los que viven en las 118 islas del territorio. Para todos es la puerta de entrada, y para muchos, sólo una etapa de paso. No dan precisamente una imagen del edén la congestión urbana, los atascos de tráfico, los cierres y medidas de seguridad, la degradación propia de un vecindario de aluvión.
La huella de Gauguin
Pero Tahití no es sólo Papeete. Basta alejarse unos kilómetros para que la isla muestre su faz más risueña. Es aconsejable pasarse ante todo por el Museo de Tahití y sus islas, a las afueras, que sirve de excelente guión para adentrarse luego en aquel mundo. Menos imprescindible es el Museo Gauguin (por la falta de originales), pero su ubicación junto a los Jardines Botánicos y aldeas pescadoras descubre una Tahití sosegada, limpia y cuidada, de naturaleza exuberante. El interior de la isla, despoblado, es una escenografía grandiosa, hecha de los raigones del volcán primordial, docenas de cascadas y valles salvajes, como el del río Papenoo. La península de Tahiti Iti -otra isla geminada- es para muchos la joya secreta de Polinesia; en perfecto equilibrio entre naturaleza y cultura, sus poblados limpios y tranquilos se funden en el verde.
Como Tautira, una meta obligada de peregrinaje para los españoles, pues fue allí donde establecimos la primera misión estable en Polinesia. No nos prodigamos en aquella parte del mundo; sin contar lo de Magallanes, que en 1520 avistó un atolón de las Tuamotu, sólo Álvaro de Mendaña zascandileó por aquellos mares y descubrió las Marquesas, en 1595. Sorprendentemente, pese a ser un destino remoto y caro, no hay isla o resort donde no tropiece uno con una parejita de españoles. Sobre todo en Morea, a sólo 17 kilómetros de Tahití. Morea es el buque insignia del turismo polinesio, su mejor escaparate, junto con Bora Bora (mucho más alejada). En Morea, con picachos casi irreales y bahías como las de Opunahu y Cook, que nadie discute como de las más bellas del planeta, no es difícil dejarse seducir por el mito, entornar los ojos, olvidarse de los colmillos de la vida y creer, por un instante, en la verdad de los sueños.
Guía para el viajero
Cómo irAir France (901 112266, www.airfrance.com.es) es la mejor opción, ya que ofrece 10 vuelos diarios desde Madrid o Barcelona a París (Charles de Gaulle), 5 desde Bilbao, 3 desde Málaga o Sevilla, 2 desde Valencia, etc.; desde París vuela miércoles, viernes y domingo a Papeete, además de ofrecer otros cinco vuelos en código compartido con Air Tahiti. Los precios para volar desde España a Papeete van desde los 941 euros más tasas en clase turista hasta 4.540 euros en business.AlojamientoEn las inmediaciones de Papeete, Beachcomber Inter-Continental Resort (tel. 689 865 110, tahiti@interconti.com), con elegante mobiliario, restaurante, jardines y piscina, etc. El Sheraton (tel. 689 864 848, reservations.tahiti@sheraton.pf) se atiene al modelo confortable y de lujo de la cadena. El Sofitel Maeva Beach (tel. 689 866 600) tiene un emplazamiento similar a los dos anteriores y una sorprendente colección de arte aborigen, pero las habitaciones han quedado obsoletas. En Morea, el Sofitel Ia Ora (tel. 689 550355) se asoma a una playa natura y dispone de una línea de cabañas sobre pilotes en medio de la laguna del arrecife.ComerL'O à la Bouche (passage Cardella, tel. 452 976), recetas polinesias con influencias europeas. Le Mandarin (rue des æpermil;coles, tel. 503 350), abierto en 1964, es toda una institución para los amantes de la cocina oriental en general y china en particular. La Corbeille d'Eau (boulevard Pomare, 437714), es el sitio preferido por la gente de negocios y los políticos, cocina francesa y buena carta de vinos. Le Rétro (boulevard Pomare, 428683) un café clásico, frente al mar, donde tomar algo sin grandes pretensiones, tipo ensaladas o plato del día. Por la noche, se instalan junto al puerto roulottes que sirven comida de todo tipo; es uno de los (pocos) atractivos de la noche de Papeete.