La encrucijada alemana

El sector financiero alemán no está en su mejor momento. Las cajas, uno de sus grandes pilares, dejarán de disfrutar desde julio de los avales públicos, lo que las encorseta para crecer. La solución: privatización o fusión con alguno de los principales bancos. Pero el Gobierno quiere ir más lejos. La banca, que en el pasado era una de las más temidas en el mundo por su fortaleza, no despega. Es más, el fantasma de una compra no deseada por un grupo extranjero planea sobre el sector. Por ello, es lógico que el Ejecutivo fomente la creación de un gran banco que pueda competir con los mejores a escala mundial. Pero la historia ha demostrado que el tamaño no es la panacea universal. La prudencia, sí. Por ello, además de apostar por la dimensión, conviene apoyar unas normas adecuadas. Obtener grandes beneficios es positivo, pero también lo es reforzar las exigencias financieras para, en épocas de crisis, tener reservas y poder afrontarlas.