Memorias de elefante
Las tarjetas de memoria se multiplican. Se usan en las cámaras digitales para guardar las fotos y en los portátiles de música, para llevar las canciones En los últimos tiempos, además, empiezan a emplearse en otros equipos como teléfonos móviles, agendas electrónicas, videocámaras, impresoras, ordenadores, grabadoras de voz, televisores, equipos DVD de salón, autorradios
Llama la atención que un soporte tan pequeño y aparentemente sencillo se extienda poco a poco, hasta instalarse en todos los equipos electrónicos que nos rodean. No hay que olvidar que las tarjetas de memoria tienen las dimensiones de un sello de correos y el aspecto de una pequeña pastilla de plástico. Precisamente, esa es una de las claves de su éxito. Que son realmente pequeñas.
Pero, las tarjetas ofrecen más ventajas. Por ejemplo, se pueden grabar y borrar cientos de miles de veces y, mientras no se usan, mantienen sus datos intactos en la memoria. Además, como no tienen partes móviles, resultan perfectas para los equipos de bolsillo.
Al final, como se han extendido tanto entre los portátiles, los fabricantes empiezan a colocar un lector-grabador para estas tarjetas en sus equipos de casa. Así, los aficionados pueden grabar en su interior las fotos, la música o los vídeos que quieren llevarse de paseo.
Otra clave de estas tarjetas de memoria es su capacidad. Cuando nacieron de la mano de la firma Sandisk en 1994, se empleaban como soporte para almacenar las fotos en las primeras cámaras de fotos digitales. Entonces apenas podían guardar tres o cuatro fotos en alta resolución (tenían una memoria de dos Megabytes). Hoy en día, las más avanzadas han multiplicado su capacidad inicial por 2.000 y son capaces de contener en su interior alrededor de mil canciones en formato Internet, miles de fotos en alta resolución y hasta una película completa con calidad parecida al DVD.
Todo indica que si sigue este ritmo de introducción, entre los años 2005 y 2010 la tarjeta podría convertirse en un formato multimedia universal compitiendo de tú a tú con los discos y las cintas.
Los mayores inconvenientes que han presentado históricamente estas tarjetas de memoria son el precio y la estandarización. Dos dificultades que se están superando en los últimos tiempos. Sólo hace un par de años, una tarjeta con capacidad para cargar 70 canciones o 300 fotos costaba en torno a los 600 euros, hoy se consigue por algo más de 60 euros.
En cuanto a la estandarización, es verdad que hay en el mercado hasta seis soportes distintos: CompactFlash, SmartMedia, MultiMediaCard, X-D Picture Card, SD Card y Memory Stick. Incluso, están a punto de lanzarse dos nuevos formatos con un futuro prometedor (Mini SD y T-Flash).
Sin embargo, todo indica que estos soportes convergerán en pocos años hasta reducirse a dos o tres universales (hoy tienen todas las papeletas para imponerse SD Card y Memory Stick, pero mañana todo puede pasar).
Por otra parte, los lectores-grabadores suelen ser muy económicos y compatibles con todas las tarjetas. Estas ventajas están provocando un crecimiento espectacular en el mercado de las tarjetas.
En el pasado año 2003 las ventas mundiales de estos dispositivos apenas alcanzaron los 70 millones de tarjetas. Pero ya para este año se espera duplicar la cifra hasta los 140 millones y, para el próximo 2005, se podrían alcanzar los 700 millones de unidades según datos de IDC.
Una de las claves de su éxito es precisamente su pequeño tamaño, como un sello
Los precios se han rebajado considerablemente. De 600 euros se ha pasado a 60