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Columna
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Déficit a la sombra

Cuando Fernando VII usaba paletó y Miguel Ángel Fernández Ordóñez ilustraba a los espectadores de CNN+, a los oyentes de la Cadena SER y a los lectores de Cinco Días sobre los padecimientos del apagón estadístico establecido por el entonces vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía Rodrigo Rato Figaredo, todo eran éxitos sin cuento del tipo de los pajaritos cantan, las nubes se levantan y por ahí adelante. El déficit de las cuentas públicas era cero y el de la Seguridad Social en lugar de ser déficit era superávit, los tipos impositivos del IRPF y de sociedades disminuían al mismo tiempo que con mayor ritmo crecía la recaudación fiscal.

Se había roto el dogal del desacierto socialista, aquel que tan bien resumía el inolvidable MAR (Miguel Ángel Rodríguez) en 'paro, despilfarro y corrupción', todo era creced y multiplicaos. Eran las vacas gordas, pero esta vez para siempre, sin amenaza de vacas flacas, aunque los del partido del rencor prefirieran instalarse en la ceguera y en la negatividad en lugar de reconocer la realidad, y quisieran buscar cinco pies al gato del compañero de pupitre o enturbiar la boda del Escorial como si se casara un yerno todos los días.

Reconozcamos que Cristóbal Montoro, ese mago de la Hacienda pública que regentaba el ministerio al que no se le ha hecho justicia, había descubierto la nueva piedra filosofal cifrada en la curva de Laffer, y merced a ella era capaz de afrontar al mismo tiempo el compromiso en la reducción de impuestos y el de la atención a los más ambiciosos proyectos públicos por disparatado que fuera su coste.

Cuando se han abierto los cajones en los ministerios han aparecido expedientes y reclamaciones de la Comisión

Porque las arcas del Estado sobreabundaban, una vez que la España del PP se movía en el círculo virtuoso y había dejado de estar sometida al maleficio de los ciclos económicos. Ya podía subir el crudo o cambiar la tendencia de otras economías basadas en el error, la nuestra estaba vacunada, y por eso su crecimiento proseguía inalterable por las rutas del progreso indefinido.

Pero los cuentos para mantener su encantamiento, como la carroza de Cenicienta, necesitan que siga al tanto el hada madrina sin la cual regresa a su primitiva condición de calabaza.

Sonaron las campanadas del reloj electoral y los votantes dieron la espalda al líder global que les había conducido a la tierra prometida, que manaba leche, miel, plusvalías inmobiliarias y superávit de las cuentas públicas. Es como si hubieran preferido optar por la ceguera y entregarse uncidos a los viejos demonios familiares socialistas aquellos sobre los que ironizaba Arzalluz con la parábola del soufflé cuando la Expo de Sevilla y otras grandiosidades efímeras.

Así que en ausencia del hada madrina, terminado el apagón estadístico, revisada la creatividad de los contables, se comprueba la afirmación de Heisenberg según la cual 'no conocemos la realidad sino la realidad sometida a nuestro modo de interrogarla'.

Ese nuevo modo de interrogar la realidad hace que cobre perfiles diferentes y que se nuble el paraíso. Los salientes del PP dijeron que harían un traspaso de poderes ejemplar pero se han llevado de la Moncloa todo el vino que llegó de regalo e incluso han desmontado la pista de padel para trasladarla, sin que se hayan podido cotejar los inventarios de entrada y salida.

Y en los ministerios, cuando se han abierto los cajones aparecen expedientes y reclamaciones de la Comisión Europea que obligan a la devolución de ayudas a las empresas públicas de construcción naval. Por eso, fue muy de ver el debate del miércoles en la sesión de control al Gobierno entre el diputado del PP Arsenio Fernández de Mesa, todo arrogancia pese a su gestión de la catástrofe del Prestige, y el vicepresidente de Economía, Pedro Solbes. Preguntaba Mesa por las previsiones del Gobierno en relación con el futuro del grupo público Izar y contestaba lacónico Solbes que eran muy simples: resolver un problema que ustedes dejaron pendiente desde el año 1997. Insistía envalentonado Mesa exhibiendo logros inexistentes y replicaba Solbes con la enumeración detallada de los cinco expedientes abiertos por la Comisión Europea contra el Gobierno Aznar, de los que nada se había sabido. Aparte de que a Fernández Ordóñez le aparecen gastos no contabilizados que rompen la visión idílica del déficit cero. Se comprueba que, como dijo Ramón Gómez de la Serna, 'de la carambola de las cosas brota una verdad superior'.

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