La despedida de Rodrigo Rato

Cuando el pasado mes de febrero Mariano Rajoy le confirmó en público como número dos de la candidatura por Madrid, poco podía imaginar Rodrigo Rato que su destino más o menos inmediato sería Washington DC, donde el próximo 6 de junio se instalará definitivamente como director gerente del Fondo Monetario Internacional.

El ex vicepresidente económico apura sus últimos días en Madrid y aprovecha para despedirse de sus amigos. Ayer lo hizo durante la mañana en las diferentes estancias del Congreso de los Diputados, donde viene trabajando desde la segunda legislatura con responsabilidades muy diferentes. Unas le situaron en las tareas de cocina parlamentaria durante la etapa del PP en la oposición y otras, posteriores, en el banco azul del Gobierno.

Su actitud de ayer sorprendió a propios y extraños, porque no se olvidó en su recorrido de despedirse personalmente de casi todos cuantos trabajan en la Cámara Baja: ujieres, secretarias, policías, periodistas, diputados afines y de la oposición, incluidos también los camareros que atienden el bar del Congreso. Es el adiós, tal vez provisional, a la casa matriz de la política española, en la que Rato ha vivido de cerca todos los avatares imaginables, ha digerido disgustos y saboreado también los momentos más dulces de su carrera. En las filas del PP se constata que la despedida se produce en un momento de futuro incierto para la actual cúpula del partido.