Las estrellas se quedan sin brío
Los hoteleros se quejan del sistema de categorías por estrellas implantado en España en los setenta. La mayoría de ellos señalan que 'la clasificación de los establecimientos ha quedado tan obsoleta que cada vez se hace más inservible a la hora de vender habitaciones a los clientes'. En la Confederación España de Hoteles, explican que 'esta forma de diferenciación que era muy útil hace años para vender estancias y definir el tipo de alojamiento por estrellas (de una a cinco) pierde cada vez más valor porque no refleja los estándares de calidad de los establecimientos en la actualidad'.
José Guillermo Díaz Montañés, presidente de la patronal hotelera, comenta que 'la dificultad de esta normativa, impuesta por la Administración, se acrecienta con el hecho de que esta competencia esté transferida a las comunidades autónomas, por lo que se dispersa'. Los hoteles deben adaptarse a diferentes criterios establecidos, en función de su ubicación y comunidad. Así en Castilla y León, para conseguir la quinta estrella de calidad es necesario que el hotel cuente con una cafetería, mientras que en Baleares es necesario una plaza de garaje por habitación.
Fuentes de la cadena mallorquina Sol Meliá señalan que la normativa de categorías por estrellas no incluye las nuevas necesidades del cliente y establece otras que ya no son tan importantes. 'No se trata de tener muchas cosas físicas en el establecimiento para ser mejor', apunta Díaz Montañés. Lo importante es responder con calidad ante las necesidades del cliente, señala.
Algunas cadenas hoteleras han optado por desarrollar sus propias marcas como fórmula de distinción de sus establecimientos
Si un hotelero desea lograr la categoría más alta de estrellas, la normativa impone contar con una persona dedicada a subir las maletas, o tener un galán para planchar los trajes 'algo más prescindible en estos momentos que tener conexión a Internet o contar con una máquina de café en la habitación, que es lo que demandan los clientes últimamente', señala.
Ante esta situación, las diferentes cadenas hoteleras comienzan a demandar a las autoridades un código nuevo que fije no sólo la categoría por estrellas sino también que garantice un sistema de calidad. En este sentido, la Administración puso en marcha hace algunos años un fórmula alternativa que trata de distinguir los hoteles de cierta calidad con el resto. Se tata de la denominada Q de calidad por la que ya hay 300 establecimientos inscritos que cumplen con sus requisitos y más de 3.000 empresas que aún se encuentran a la espera de la aprobación. Fuentes del sector reconocen que 'este sistema no funciona muy bien ya que quedan mucho flecos sueltos'.
Distinción por marca
En este maremágnum de normativas, algunas cadenas hoteleras como Intercontinental, Accor, NH, Sol Meliá o AC Hotels, han optado por desarrollar sus propias marcas como fórmula de distinción para sus establecimientos.
Si un cliente persigue una estancia en un hotel de periferia, con servicios más reducidos, pero con un buen nivel de calidad, hablamos de una categoría exprés o gama más económica como los Holiday Inn o los Ibis de Accor. Mientras que si un cliente busca más lujo, dentro de la ciudad y en un edificio histórico, el cliente puede elegir los Boutique en el caso de Sol Meliá , de los Selection en el caso de AC Hotels o los Colletion, en la cadena NH.
Existen, además, diferentes categorías en función de su ubicación. La cadena Sol Meliá cuenta con Tryp, que son hoteles de ciudad para hombre de negocios que busca más la funcionalidad, mientras que si hablamos de un establecimiento de alta categoría pero en la costa hablamos de los Paradisus. Según fuentes de la cadena mallorquina, 'las categorías las va marcando el mercado y es él precisamente el que modifica los diferentes servicios y precios de un hotel'. Díaz Montañés dice que incluso los touroperadores extranjeros que traen millones de turistas a los hoteles españoles han iniciado un código propio de símbolos que vienen determinados por el nivel de satisfacción de los usuarios. Así, van sumando números en la medida que un hotel gana en comodidad servicios, calidad, ubicación, y estado.
El sector pide unificar normas
Los hoteleros consideran que existe gran dificultad a la hora de establecer las categorías de sus establecimientos. La normativa, que está transferida a las comunidades autónomas, varía en función de los diversos criterios que cada comunidad impone. A esto hay que sumar otro tipo de normas que el resto de los países europeos hacen cumplir al sector. En algunos casos, estas leyes difieren de las españoles, con lo que un cliente de aquí se puede encontrar en un hotel de tres o cuatro estrellas en ciudades como Londres con un nivel de calidad más bajo que en los de España.La Confederación Española de Hoteles ha solicitado a la Administración en varias ocasiones una normativa homogénea y unificada, que regule este aspecto, aunque especifica que lo que realmente se necesita en Europa es 'una ley mínima que garantice la calidad pero que no se exceda en regulaciones que rompan con la flexibilidad del mercado'.En este sentido, son cada vez más los grupos turísticos que diseñan otras fórmulas de diferenciación entre categorías de hoteles en función con la opinión de los clientes.