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Tribuna
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La hora de la verdad

Los retos que debe asumir el nuevo Ministerio de Industria, Turismo y Comercio son grandes, en opinión del autor, quien analiza la importancia de las competencias que asumirá el departamento de José Montilla y asegura que las expectativas también son elevadas

Sabido es que todo cambio de Gobierno conlleva necesariamente reestructuraciones departamentales y, desde esta perspectiva, la victoria electoral del PSOE y su acceso posterior al Gobierno de España ha supuesto una nueva distribución ministerial de competencias que, en algunos casos como el que nos ocupará, supone cambios ciertamente importantes respecto a la situación anterior.

No obstante, más allá de una clasificación entre ministros ganadores y perdedores en la carrera competencial, y más allá también de encontrar la razón de ser de departamentos que aparecen y desaparecen a través del tiempo y las legislaturas -tentaciones habituales que no parecen responder a un criterio lógico y ordenado de reestructuración, sino a un objetivo de distribución y, por qué no decirlo también, de concentración personal de poder o, en el otro caso indicado, a una demostración de autoridad ante un electorado ansioso de medidas rápidas y populares (excusatio non petita...)-, hemos de presumir que estas actuaciones responden al objetivo de la consecución de una mayor eficiencia y eficacia en la gestión racional de los asuntos públicos.

El protagonis-mo adquirido por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio contrasta con la elogiable discreción de la que hasta ahora ha hecho gala su titular

Dentro de la nueva estructura ministerial del Gobierno merece destacarse el protagonismo adquirido por un departamento como es el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, circunstancia que contrasta con la elogiable discreción de la que hasta este momento ha hecho gala su titular. Efectivamente, el nuevo ministerio ha asumido nuevas e importantes competencias hasta entonces confiadas a otros departamentos hermanos, cual era el caso, por una parte, del Ministerio de Economía en materia de desarrollo de política industrial y política energética y, por otra, del antiguo Ministerio de Ciencia y Tecnología en materia de telecomunicaciones y de la sociedad de la información. Pero, con su permiso, permítanme que, en lugar de centrarme en las nuevas competencias asumidas, lo haga en los retos que la responsabilidad sobre las mismas conlleva.

Así y por lo que a las secretarías generales de Industria y Energía se refiere, estas asumen las responsabilidades de desarrollo industrial y de ordenación del sector energético. Es importante el reto de la primera, que deberá reposicionar la industria española en un terreno de juego donde, desde el 1 de mayo, han saltado al campo con la ampliación de la UE nuevos jugadores de refresco caracterizados por su deseo de crear juego y ganar al menos el partido del factor trabajo.

Pero no menos relevante lo será el reto de la segunda, la cual, mientras intenta ganar músculo con la asunción de las competencias que aún le faltan en materia de precios, deberá abordar en paralelo y de forma inmediata el establecimiento del Plan Nacional de Asignación de Emisiones Contaminantes para el cumplimiento del Protocolo de Kioto.

Pero conocido es que las consecuencias de la ampliación de la Unión Europea no se relegan al ámbito del desarrollo y promoción industrial. También la Secretaría de Estado de Turismo y Comercio inicia una nueva etapa y, en nuestra opinión, lo hace en posición de desventaja comparativa. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con otros Estados de la Unión, la inversión directa y el intercambio comercial entre España y los nuevo Estados socios a la integración en la Unión Europea no ha constituido una prioridad histórica en nuestro país, ni del empresariado para su acometida ni de la Administración para su incentivación.

Aunque parezca que esto es lo más parecido a empezar el partido de vuelta habiendo perdido el de ida, lo que no podemos es culpar al mercado de nuestras carencias y hay que confiar en nuevas oportunidades de negocio en sectores tales como turismo, transportes, servicios, agricultura. Se trata simplemente de aprovecharlas. Es como estar en el área, esperar el centro y marcar el gol. Pero hay que estar.

Finalmente, no menos difícil tarea es la que corresponde a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, que inicia su nueva andadura encuadrada en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y a la que, aunque sólo sea para disponer de cobertura en las conversaciones telefónicas con mis paisanos de Valladolid, le ruego que aborde sin demora la ampliación de las redes de los operadores de telefonía móvil.

Como ven, los retos son grandes y las expectativas elevadas. Sólo falta comprobar si el equipo se había entrenado para la competición. Es la hora de la verdad.

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