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Mercado exterior

La competitividad exterior se estanca por el déficit tecnológico

La cuota de mercado exterior de la economía española se estancó en los seis últimos años, una vez agotados los efectos de la devaluación en cadena de la peseta y como consecuencia de la baja intensidad tecnológica de las manufacturas españolas.

El fuerte crecimiento de la economía española en los seis últimos años no ha logrado ampliar la presencia de las manufacturas en los mercados exteriores, y la cuota del mercado mundial de exportaciones se ha estancado prácticamente desde 1997, según un informe del Servicio de Estudios del Banco de España. Curiosamente entre los años 1993 y 1997, pese a perder posiciones en la producción mundial, España logró incrementar en cuatro décimas (del 1,6% al 2%) su participación en las ventas mundiales. En este periodo España aprovechó los efectos de una moneda abaratada tras cuatro devaluaciones en el ajuste del Sistema Monetario Europeo.

Pero en los años siguientes, desde 1998 a 2003, se produjo un avance relativo en la participación mundial del PIB, pero un estancamiento en la cuota de mercado de ventas exteriores. Este deterioro de la posición internacional se debe tanto a la pérdida de competitividad por precio, una vez diluidos los efectos beneficiosos de las devaluaciones, como a circunstancias asociadas a la intensidad tecnológica de las manufacturas.

La alta tecnología sólo está presente en el 10%, en términos medios, de las manufacturas exportadas por España, mientras que lo está en el 25% de las compras totales. Esto da una idea del desequilibrio en este tipo de mercado, en el que se encuentran el material aeronáutico, las productos farmacéuticos, el material electrónico o los equipos quirúrgicos o de precisión. Este tipo de productos de alta tecnología, sin embargo, son menos sensibles a los movimientos cíclicos de la demanda externa, lo que supone que en momentos de pérdida de dinamismo de las exportaciones pueda ganar posiciones relativas en el mercado, como ha sido el caso en los últimos años analizados por el informe del Banco de España.

Con todo, España tiene un fuerte volumen de sus ventas concentrado en productos de tecnología media-alta (automóvil, especialmente), y tecnología baja (alimentos y textil). Pero en este tipo de productos se ha producido un fuerte aumento de la competencia internacional, tanto por precios como por mejoras de la calidad, que han impedido a España mantener el ritmo de crecimiento de este tipo de exportaciones en los últimos años. Con estas conclusiones, el Banco de España asegura que 'parece necesario que el patrón de especialización productiva y comercial de economía española se base en mayor medida en el desarrollo de industrias con mayor contenido tecnológico, que se benefician de una mayor fortaleza de la demanda'.

No obstante, advierte que ésta no es una receta que dé solución a todos los problemas del comercio exterior. Recomienda a las actividades exportadoras más tradicionales (menos intensivas en tecnología), que fortalezcan los elementos que determinan su posición de competitividad, que 'en el mundo actual se canalizan a través de las mejoras de calidad y diseño de los productos para mantener posiciones relevantes en los mercados internacionales'.

La devaluación disparó las ventas un 13% anual

La sucesivas devaluaciones de la peseta, entre 1992 y 1993, en la crisis monetaria europea que se resolvió ampliando significativamente las bandas de fluctuación de las divisas dentro del Sistema Monetario Europeo, colocaron a la economía española en inmejorable situación para competir en el exterior. Así, entre el año 1993 y 1997, las ventas en el exterior aumentaron a una media anual de un 13%, hasta el punto de incrementar notablemente la cuota de mercado en los mercados exteriores. Si en 1993, en plena crisis económica, España sólo aportaba el 1,6% del mercado exterior mundial, en el año 1997 alcanzó el 2% del total de las ventas exteriores mundiales.Pero terminado el efecto dinamizador de la divisa barata (mecanismo utilizado tradicionalmente en España para restablecer la pérdida de competitividad que deterioraba año tras año la inflación), las manufacturas españolas comenzaron a perder pujanza exterior. Desde el año 1998 a 2003 sus ventas únicamente crecen a una tasa anual del 5,7%, que solo ha permitido a la economía española no perder terreno en el exterior, y mantener a duras penas el 2% de la tarta exportadora mundial, mientras que las economías asiáticas lograban recuperar terreno.En los años 2000 y 2001 se produjo un ligero retroceso que posteriormente ha sido rectificado.Por lo que se refiere a las cuotas de mercado en la Unión Europea, el avance ha sido muy similar al experimentado en términos globales. Así, en 1993 la cuota de las manufacturas españolas en la UE era del 3,1%, mientras que ahora es del 3,8%. Sin embargo, esta participación ya se alcanzó prácticamente en 1996, para caer después.

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