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Internet

Buffett inspira la estrategia en Bolsa de Google

En los noventa, el multimillonario y respetado inversor estadounidense Warren Buffett, huyó del fenómeno de Internet en Bolsa y expresó su preocupación por la viabilidad a largo plazo de la mayoría de las empresas de este sector. Hoy, la protagonista de la más reciente y esperada aventura de Internet en los mercados, Google, se acerca a Buffett para desmarcarse de los excesos que caracterizaron a las empresas como la suya hace apenas unos años. En Google se habla en tono comprometido de alejarse de las obligaciones impuestas por el corto plazo y trabajar a largo.

'Como empresa privada nos concentramos en el largo plazo y nos ha ido bien. Como empresa cotizada haremos lo mismo', dicen los jóvenes fundadores de este popular motor de búsquedas en Internet, Larry Page y Sergey Brin, en una carta a los futuros accionistas en la que admiten que ciertas presiones legales, por el tamaño de la empresa y el número de accionistas, han acelerado su decisión de salir a Bolsa. Eso sí, una vez se ha cedido, los creadores de Google ponen condiciones, muchas inspiradas en Buffett para, así, avalados por la filosofía de este inversor, llegar a Wall Street al grito de 'no somos una empresa convencional y no intentamos serlo'.

Así empieza esta carta incluida en el folleto de presentación de la más que esperada, deseada OPV de Google, registrada el pasado jueves ante la SEC. Page, de 31 años, escribe esta misiva en la que advierte a los futuros inversores que no deben esperar las exuberancias del pasado y deplora los trucos contables que suavizan resultados trimestrales, usando palabras textuales de Buffett.

Page explica que quieren preservar algunas de las ventajas que hasta ahora ha tenido siendo una empresa no cotizada, especialmente en lo relativo a la presión de las expectativas trimestrales: 'si las oportunidades nos obligan a sacrificar los resultados a corto plazo en el mejor interés de los accionistas, aprovecharemos esa oportunidad'. Este empresario se compromete con los futuros inversores a ejecutar 'nuestras decisiones rápidamente para conseguir valor a largo plazo en vez de hacer predecibles nuestros trimestres'.

En Google se han acostumbrado a funcionar en el secretismo que permite estar al margen de Wall Street y afirman que la estructura estándar 'de las empresas en Bolsa puede perjudicar la independencia y actividad, que han sido lo más importante en el pasado éxito de Google y que consideramos fundamentales para su futuro'. Siguiendo esta filosofía, los gestores de la empresa no van 'necesariamente a contar cuáles son las fortalezas, estrategias e intenciones' para no dar pistas a la competencia.

Otra advertencia: Google hablará de las tendencias de su negocio pero al igual que hace Buffett, no dará previsiones de beneficios 'en el sentido tradicional' porque según, explica Page, no es posible hacerlo. Además, 'crear objetivos en estos plazos sirve de poco a los accionistas'.

En esencia, Page y Brin, de 30 años y a quien le tocará redactar la siguiente carta anual, insisten en que Google va a ser una empresa tan poco ortodoxa como personalista.

Y razones dan. Para empezar, su salida a Bolsa, a través de una subasta electrónica es poco habitual. Dicen que con ella contendrán los vaivenes de la cotización de los primeros días y darán entrada a todos los posibles interesados. Page llega a urgir a los inversores a que no inviertan en la OPV o esperen algún tiempo 'si creen que el precio es insostenible a largo plazo'.

Además admiten ese personalismo, tan mal visto en estos tiempos de buen gobierno, al decir al inversor que 'se está invirtiendo en una potencial y arriesgada apuesta por un equipo'. Eso, después de explicar que existen dos tipos de acciones, de tal manera que las de Page y Brin poseen más derechos de voto. El objetivo es mantener 'un significativo y efectivo control sobre las decisiones y destino' de la empresa, algo que también hace el inversor de Omaha. Si hay algo que no se le puede decir a Page es que haya pecado de poca sinceridad. 'Los nuevos inversores tendrán su parte en el crecimiento a largo plazo de Google pero menos influencia en las decisiones estratégicas de la que tendrían en el resto de empresas cotizadas', explica.

Las decisiones están en manos de lo que llaman el triunvirato, otra muestra más de la falta de ortodoxia para la que se tienen que preparar los inversores. Esta estructura está compuesta, por un lado, por los dos creadores, que son directores de tecnología y producto, y por el otro por Eric Schmidt, de 49 años, y ex ejecutivo de Sun Microsystems y Novell, quien se incorporó hace tres años como consejero delegado. Page no abandona la sinceridad para explicar que esta estructura atípica ha funcionado en el pasado 'por el respeto y la confianza que nos tenemos' y apunta que Schmidt complementa con su visión de empresa el equipo al que ellos aportan 'la cultura científica y técnica'.

Algunas de las decisiones de este triunvirato suenan poco habituales incluso para las innovadoras empresas jóvenes de la costa oeste de EE UU pero están en línea con su visión a largo plazo. Por ejemplo, dicen que van a financiar proyectos aunque tengan sólo un 10% de posibilidades de generar ingresos de más de mil millones de dólares. Y piden a los empleados que dediquen el 20% de su tiempo laboral a proyectos que crean que puedan beneficiar a Google, aunque no estén en el programa de trabajo, que por otro lado es muy flexible ya que rara vez los ingenieros son instruidos por los gestores sobre qué cuestiones trabajar.

En materia de recursos humanos, la compañía dice ser consciente de que el talento de sus trabajadores 'lo es todo' y se aleja de la tendencia de las empresas estadounidenses de recortar costes menguando los beneficios sociales de los empleados. Ofrece comida gratis en el Googleplex (sede de la empresa en Mountain View, California), médicos gratis (una rara bendición en EE UU) y por extraño que parezca en España, servicio de lavandería. Page se compromete a que estos beneficios vayan a más por ser una inversión en gente cuyo genio necesita.

Y mucho. Cierto es que Google, dio en la diana haciendo de las búsquedas en Internet, financiadas con publicidad, su muy rentable actividad (en el primer trimestre ha tenido un margen bruto de 59%), pero hay competencia. A pesar de que las grandes empresas desdeñaron esta actividad, el éxito de Google, que se ha popularizado sin publicidad, ha puesto en guardia a compañías como Yahoo! y MSN de Microsoft. Desde ambas empresas admiten su lentitud al incorporarse al mundo de las búsquedas. Un nicho de negocio que ha resultado muy apetecible, pues ha posibilitado que desde 2001 Google sea una empresa rentable, con una caja que le permite crecer y hacer soñar a los inversores.

Aunque no a todos. Buffett, el inspirador de Page y Brin, dijo que no estaba interesado en comprar acciones en la OPV por su alto precio, aunque concedió que el negocio de la empresa le parecía 'fabuloso'. Este inversor de 73 años, que el 1 de mayo celebraba la junta de accionistas de su empresa, Berkshire Hathaway, explicó que nunca había hablado con Page y Brin, aunque éstos le habían pedido permiso para parafrasearle. Buffett manifestó que las promesas de estos licenciados por Stanford son alentadoras y que le satisface 'que otros gestores quieran hablar a sus accionistas honesta y directamente'. 'Será divertido leer su memoria anual', comentó con cierta ironía.

Schmidt. Eric, 'El adulto', o un hombre de empresa

Hace tres años los dos cofundadores de Google se ocupaban de crear y gestionar una empresa que crecía y necesitaba mucha más experiencia de la que ellos tenían. Por eso, como escribe Larry Page, uno de ellos, en su carta a los futuros accionistas, 'hace tres años contratamos a Eric'. En aquel momento aquello fue motivo de chiste en Silicon Valley. Por fin la empresa tenía 'un adulto'.Eric Schmidt tiene 49 años, experiencia como consejero delegado de Novell y antes en Sun Microsystems, donde era director técnico. Schmidt, por tanto, aporta la experiencia en gestión de la que carecen los jóvenes universitarios y además posee algo más de recorrido técnico que ellos.En los tres años que ha estado al frente de la compañía, ha reforzado el negocio atendiendo a las finanzas de la empresa de una forma profesionalizada, poniendo en marcha una red de vendedores internacionales e instaurando la política de la previsión de ventas. En este especial triunvirato, él controla el día a día, mientras Page y Brin, desde sus puestos de dirección técnica, siguen generando ideas para la empresa. Esta responsabilidad le hizo acreedor en 2003 de un sueldo de 250.000 dólares al año más un bonus de 301.550 dólares. Además, tiene opciones sobre 14,8 millones de acciones con el derecho de comprar la mayoría a 30 centavos el título.Este ejecutivo parece sentirse cómodo al frente de la gestión de Google, por más que Page y Brin hayan impuesto una cultura de empresa difícilmente comparable con otras. Las decisiones se toman entre los tres y los dos cofundadores tienen derecho de veto en cuestiones sobre la estrategia tecnológica de la compañía. Por las declaraciones que hizo a Business Week, 'la innovación no tiene agenda', parece que Schmidt ha aceptado la forma de trabajo flexible, más propia de un laboratorio de Universidad que de una empresa.

Page y Brin. Universitarios de clase media y millonarios

Larry Page, de 31 años, y Sergey Brin, de 30, serán los nuevos jóvenes multimillonarios de EE UU al tener en sus manos el 30% (la mitad cada uno) de una compañía que puede estar valorada en 20.000 millones de dólares, según los cálculos más conservadores. Ambos mantienen el control intelectual, técnico y estratégico de una empresa que crearon hace seis años y que en 2003 les ha reportado un sueldo de 150.000 dólares al año y un bonus de 206.550 dólares a cada uno.Educados en el seno de familias de clase media con buena formación (son hijos de profesores de informática y matemáticas), no se han dejado seducir por el glamour y siguen llegando a la sede de la empresa en Mountain View (California) en su Toyota Prius de motor híbrido. Al fin y al cabo, no están tan lejanos los tiempos en los que Brin, licenciado en informática y matemáticas y que llegó desde Moscú con su familia cuando tenía seis años, le enseñaba a Page la Universidad de Stanford. Empezaba una aventura intelectual que se convirtió en empresarial cuando lograron una primera financiación por parte de Andy Becholsheim, cofundador de Sun Microsystems, quien les extendió un cheque de 100.000 dólares.El cheque se quedó en el cajón durante semanas porque estaba hecho a nombre de Google Inc., una firma que no existía. Page y Brin tuvieron que improvisar y crear una compañía que a los pocos meses ya había acumulado muchos cheques y que despegaba con un millón de dólares. El dinero llegó con fuerza en 1999 cuando convencieron a dos empresas de capital riesgo, Kleiner Perkins Caufield & Byers y Sequoia Capital. Hasta Yahoo! y American on Line se apuntaron.Ambos amigos tienen en sus manos una empresa de más de 1.700 empleados y ya no trabajan en garajes. No obstante, mantienen las mismas inquietudes que muchos colegas a los que dejaron haciendo el doctorado. Por ello, sostienen que la Fundación Google trabajará por la ecología, la lucha contra la pobreza y los derechos humanos.

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