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Tribuna
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Aseguradoras y nuevas normas contables

El sector asegurador ha advertido a las autoridades europeas de las dificultades de aplicación de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), pero no como un recurso para eludirlas, según el autor, sino con el afán de su inmediata puesta en marcha

Lejos de oponerse a la armonización de las normas contables internacionales, los aseguradores reclaman las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) a la mayor brevedad posible. Un reglamento europeo de 2002 obliga a las compañías que cotizan en Bolsa a aplicar las normas publicadas por el International Accounting Standards Board (IASB) a partir de 2005. Los aseguradores se dirigieron a la Comisión Europea para hacerle ver que las NIIF carecían de estándares aplicables a los pasivos de la actividad aseguradora. Asimismo, se dirigieron al IASB para tratar de averiguar cuáles eran sus intenciones. Resultó que el anteproyecto de norma conocido con el nombre de DSOP (Draft Standard of Principles) y fundado en un enfoque fair value (valor razonable o de mercado) generalizado, había planteado demasiadas cuestiones y suscitado demasiadas objeciones para poder adoptarse en aquella situación, a pesar de los años de trabajo que representaba.

El Comité Europeo de Seguros (CEA), representante de los aseguradores europeos, pidió al IASB una norma lista para su aplicación con un plazo de 18 meses de antelación para que se aplicase lo que prometía ser una verdadera revolución en la contabilidad de las compañías de seguros, habida cuenta de la necesidad de establecer una comparación 2004/2005. La respuesta del IASB se orientó hacia la distinción de dos fases para la realización del proyecto: una fase I, calificada como transitoria, para respetar la fecha del 1 de enero de 2005 inscrita en el reglamento europeo; y una fase II para la puesta en marcha de la norma definitiva en cuanto se hubiera confeccionado y adoptado.

Se han perdido dos años que se podrían haber empleado en elaborar el nuevo marco

Para los aseguradores, la fase I debía introducir los menos cambios posibles y así dar el tiempo y los medios de actuación para la definición de la norma de fase II. Desgraciadamente no fue esto lo que ocurrió. La elaboración de la norma provisional de fase I movilizó el tiempo y la energía del IASB y sus interlocutores durante cerca de dos años. Primero, fue necesario argumentar contra la inclusión del seguro de vida en el régimen de la NIIF 39 (aplicable al conjunto de instrumentos financieros), en la que muchos productos no pueden englobarse convenientemente. Después hubo que defender el mantenimiento de normas coherentes con los seguros generales para los de crédito y reaseguro. Por último, ante la intención de calcular el activo a valor de mercado, hubo que defender la total simetría contable de los dos lados del balance.

El resultado final es que se han perdido dos años que se podrían haber empleado en elaborar la norma de la fase II. Y, en unos pocos meses, se va a aplicar una norma de parcheo que aplica en los balances del seguro, construidos a medio y largo plazo, soluciones parciales extraídas de situaciones observadas en las actividades bancarias o en los mercados financieros, sin respetar el principio de adecuación activo/pasivo.

El resultado es que no habrá durante la fase transitoria ni un enriquecimiento de la información de los inversores ni una mejora de la comparabilidad de los estados financieros, ni se producirá la transición solicitada hacia el futuro estado contable. El único argumento formulado en apoyo de la adopción por el IASB de una norma provisional que todo el mundo, incluso sus autores, consideran que es, como mucho, mediocre, es que es coherente con la prioridad de converger con los estándares de las US GAAP (siglas por las que se conocen las normas contables usadas en EE UU). En este sentido, es necesario observar que los aseguradores americanos están muy lejos de estar convencidos de los méritos de esta orientación.

Los aseguradores no buscaron ante las autoridades políticas un apoyo o un recurso para escaparse de las dificultades de las NIIF. Se limitaron a constatar que la última palabra en cuanto a legislación contable europea pertenece a la Comisión, asistida por el Efrag (grupo asesor de la Comisión en materia de estándares contables) y por la posición de los Estados miembros reunidos en el ARC (comité formado para coordinar la puesta en marcha de las normas contables).

A raíz de la publicación de las normas que les conciernen, los aseguradores deben discutir sobre sus próximas actuaciones. No disponen aún de la evaluación que hará el Efrag acerca de la calidad técnica intrínseca de estas normas y su adecuación al bien público europeo. Tampoco conocemos la forma en que el IASB va a atender la petición del Banco Central Europeo, en el sentido de redefinir la vigencia del principio de fair value en el ámbito de la NIIF 39. Se espera con vivo interés la respuesta del IASB a las últimas propuestas presentadas por la banca en el sentido de impulsar un estándar relativo al macro hedging o macrocobertura, estrategia por la cual se realiza una operación para cubrir la exposición global de un activo y un pasivo.

La iniciativa más importante a tomar por la Comisión Europea será invitar al IASB a entregar cuanto antes la norma de fase II que permitirá cerrar una fase I calamitosa y no mantener durante demasiado tiempo una solución poco conforme a los intereses europeos.

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