Sin miedo a la nueva Unión
Hoy somos testigos de la mayor y más ambiciosa ampliación de la UE hasta la fecha. Nunca antes se habían incorporado simultáneamente tantos países ni tanta población. Al incluir a los nuevos socios en las estadísticas comunitarias la renta media por habitante de la UE cae un 13%, una caída mayor que la provocada por todas las ampliaciones anteriores conjuntamente. æpermil;sta tiene además especial relevancia histórica, por cuanto simboliza el cierre definitivo de la brecha abierta entre Este y Oeste de Europa con la Segunda Guerra Mundial; el siguiente gran paso tras la caída del muro de Berlín.
En términos económicos, los más interesados en esta ampliación son los 10 nuevos miembros. La experiencia de España, Irlanda, Portugal y Grecia ha demostrado que la adhesión genera un fuerte impulso al crecimiento de los países entrantes cuyo nivel de renta es menor que la media de la UE. En conjunto, la Comisión estima que la entrada supondrá para los nuevos estados miembros un 1% de crecimiento anual adicional durante los próximos 10 años.
Aunque en menor medida, la ampliación también resulta positiva económicamente para los Quince y para la UE en su conjunto. Esta ampliación transforma la UE en el mercado único más grande del mundo, con 453 millones de consumidores y más de un cuarto del PIB mundial. Se crearán nuevas oportunidades de inversión y comercio, y aumentará la influencia de la UE en el sistema económico mundial. En definitiva, la ampliación no es un juego de suma cero -donde los beneficios de unos se compensan con las pérdidas de otros-, porque la integración económica conduce a una mejor asignación de los factores productivos, lográndose así un efecto neto positivo.
Si bien es probable que la ampliación sea económicamente positiva para los Quince en conjunto, también es muy posible que esos beneficios se distribuyan de forma desigual entre los mismos. Todo indica que Alemania será la más beneficiada, España es probablemente el Estado al que menos interesa en sentido económico esta ampliación porque dejará de ser la mayor receptora de fondos comunitarios, para ser reemplazada por los nuevos estados miembros. Por otra parte, las ventajas fiscales, geoestratégicas y en costes laborales de los países de Europa Central y Oriental han provocado ya muchas deslocalizaciones, que podrían acentuarse con la entrada definitiva de los nuevos miembros.
Pero no debe olvidarse que la ampliación también supone nuevas oportunidades para las empresas españolas, de forma que finalmente podría resultar en un impacto neto positivo para la economía española. El efecto final dependerá de que España sea capaz de sacar provecho de sus ventajas competitivas y adaptar a tiempo su estructura productiva a las nuevas circunstancias. De momento, las previsiones indican que la economía española seguirá creciendo con más fuerza que la UE este año y el siguiente. Las últimas estimaciones de la Comisión sitúan la tasa de crecimiento de la economía española en el 2,8% para 2004 y el 3,3% para 2005, un punto porcentual por encima del crecimiento medio de los Quince, y 0,8 puntos más que la media de los Veinticinco.
Es un error pensar que a partir de hoy se producirán cambios drásticos en el mercado común. La ampliación es un proceso gradual, cuyos efectos comenzaron a notarse desde principios de los noventa, cuando se firmaron los acuerdos comerciales europeos. De hecho, más del 95% de nuestro comercio con los nuevos miembros se ha liberalizado ya. Y los inversores extranjeros también reaccionaron hace tiempo ante los cambios en marcha: los nuevos miembros han recibido más de 150.000 millones de euros en inversión extranjera directa desde 1990. Gracias a ello, los 10 que hoy entran han disfrutando los últimos años de tasas de crecimiento muy superiores a las de la UE.
Por eso, como comentaba en estas páginas José Borrell hace unos días, este acontecimiento histórico es más importante por sus efectos políticos que por su impacto económico. La ampliación obliga a rediseñar profundamente el funcionamiento de las instituciones comunitarias y a reflexionar sobre la identidad y los objetivos políticos de la UE. La ampliación de hoy representa una gran oportunidad para construir una UE más operativa, flexible y competitiva en la economía global. Lo cual requerirá sacrificios, pero resultará en beneficios para todos.