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Columna
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Las elecciones europeas y el mercado de valores

La intensa vida política que vive nuestro país nos hace olvidar que las elecciones europeas están casi a la vuelta de la esquina, y su proximidad nos obliga a tomar en consideración cómo van los asuntos de la construcción del mercado único europeo en el mundo de los mercados de capitales. Asuntos que se orientan en una doble dirección: el fomento de la competencia a escala europea bajo el concepto de mercado único y la protección de los inversores individuales.

El primer objetivo no es más que la plasmación en la industria de valores del propósito último de la Unión Europea; el segundo tiene más que ver con una realidad y una necesidad particulares de los mercados de valores. La realidad es asimetría informativa típica de estos mercados, en virtud de la cual sus profesionales -emisores e intermediarios- tienen más información que los inversores individuales, a los que resulta necesario proteger para que no sean presa fácil de los depredadores. La necesidad, por su parte, se refiere a la confianza que debe imperar en los mercados y que demanda que las autoridades pongan los medios, que no son otros que obligaciones y sanciones.

En el terreno del fomento de la competencia y mercado único, dos grandes avances, la directiva de folletos -que permite vender y cotizar valores en cualquier país una vez aprobado por el regulador de uno de ellos un folleto en inglés- y la elaboración, y próxima aprobación, de la directiva de servicios de inversión y mercados regulados, que reglamenta de manera bastante compresiva la organización de la industria europea de valores (mercados e intermediarios). Ambas directivas limarán de barreras de entrada al mercado y su impacto se notará en el abaratamiento del coste de los recursos financieros y de los servicios de inversión.

Disponer de auditores honestos no es sólo cuestión de regulación y supervisión

En el ámbito de la confianza -que se apoya en la veracidad de lo que se informa, la solvencia de los intermediarios y la rectitud de las conductas- la directiva aprobada sobre abuso de mercado, que define y sanciona la manipulación de precios y el uso de información privilegiada, y la de servicios de inversión (en fases finales para su aprobación) ponen coto a prácticas indeseadas y establecen las obligaciones de los profesionales del sector y definen con precisión las obligaciones de información no periódica.

La información financiera, por su parte, conocerá una mejora sustancial con la introducción de las normas internacionales de contabilidad. La solvencia de las entidades financieras, por su parte, deberá verse reforzada con la adopción de las nuevas normas sobre requerimientos de capital que se elaboran en paralelo con el acuerdo que se está fabricando en Basilea.

Aunque en materia de gobierno corporativo y mercado de control de compañías los progresos no han sido especialmente brillantes -da la impresión de que el Parlamento y la Comisión europeos han sido sensibles a la inmediatez de las personas potencialmente afectadas por avances en este terreno-, se ha progresado en un terreno esencial para disciplinar el gobierno de las empresas y la integridad de su patrimonio y que no es otro que comprobar la veracidad de sus estados financieros.

Aquí el enfoque europeo se ha apartado en buena medida de la orientación de autorregulación y confianza ciega en el principio de que todo el mundo es bueno, y los trabajos en curso han optado por responsabilizar a los Estados de la supervisión tanto de la veracidad de la información financiera aportada por las empresas cotizadas, como de regular y supervisar los trabajos y conductas de los auditores. Si estos trabajos llegan a buen puerto, casos como los de las compañías Parmalat y Ahold tendrán menos posibilidades de ocurrir.

Pero disponer de auditores honestos no es sólo cuestión de regulación y supervisión. El sector de la auditoría ha sufrido un proceso constante de concentración empresarial intenso que puede convertir en papel mojado los objetivos de independencia, libertad de conflictos de intereses y rotación de auditores. Parece necesario que se tomen medidas para introducir competencia en este mercado.

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