Las grandes cifras se mueven rápido
Las grandes cifras, esas que determinan la marcha de la economía, se mueven rápido. Extraordinariamente rápido para el peso que tienen sobre los mercados. No hace mucho, apenas unas semanas, que la economía estadounidense se debatía entre una recuperación sostenida y una virtual. El crecimiento estaba ahí, cierto, pero faltaba que el empleo repuntase para que se pudiera hablar de una recuperación en condiciones, apoyada en el consumo. Tan sólo hace unas semanas de aquello, y hoy la Reserva Federal baraja su primera subida de tipos de interés desde mayo del año 2000.
En un abrir y cerrar de ojos, la economía estadounidense ha recuperado empleo, crecimiento y ha alejado los fantasmas de la deflación con tal intensidad que en la autoridad monetaria se han despertado los temores inflacionistas. Son muestras de la rapidez con que se mueven las grandes cifras y de la flexibilidad, sin duda, del sistema económico norteamericano.
Los mercados de valores, entretanto, tratan de adelantarse, como es su labor, a los ciclos económicos. Aunque en ocasiones se ven sobrepasados por los acontecimientos, por el comportamiento aparentemente caprichoso de una cifras económicas que unas veces sorprenden para bien y otras provocan un pánico momentáneo en los mercados.
Los analistas tratarán de cazar esas grandes cifras que tan rápido se mueven y diseccionarlas para averiguar qué diantres está pasando con la economía. Pero a veces todo sucede muy rápido. Tanto que es difícil separar el grano de la paja y realizar un análisis sosegado de la coyuntura. Será cuando el corto plazo se adueñe del mercado y haga su entrada el ruido, la volatilidad.
¿Cómo evitarlo? Con perspectiva; haciendo caso omiso del ruido y buscando las fortalezas que subyacen en un mercado del que se dice que al final tiende a poner las cosas en su sitio. Las grandes cifras se mueven rápido, pero tarde o temprano todas se mueven en la misma dirección.