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Tribuna
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Estados Unidos, entre hoy y mañana

Los indicadores que desde hace unos meses están produciendo las distintas oficinas y organismos públicos y privados estadounidenses muestran una situación, cuando menos, inestable, volátil e indefinida. A dos datos buenos le sucede uno malo; a uno excepcional, otro menos bueno.

La intervención del presidente de la Fed en el Congreso y la presentación en Washington del informe de perspectivas semestrales del FMI esta semana siguieron este guión al hablar de crecimiento pero añadiendo, el primero, ambigüedad, y el segundo, riesgos matizados.

Todas las cábalas y proyecciones que se están elaborando sobre la mayor economía del planeta apuntan a incrementos en el PIB lastrados por preguntas cuyas respuestas, hoy por hoy, no satisfacen porque muchas de ellas rompen con las recetas obtenidas de anteriores experiencias; así, en una anterior comparecencia en el Congreso, Alan Greenspan manifestaba al respecto de la actualmente ridícula creación de empleo de la economía estadounidense: 'No recuerdo ningún periodo que se parezca remotamente a éste'.

La combinación de recientes datos publicados por la Office of Management and Budget para el periodo 2004-2009 pueden ayudar a vislumbrar algo sobre el futuro económico de EE UU. En el gráfico adjunto figura la evolución del crecimiento del PIB real y del índice de miseria entre los años citados, evolución a la que se han añadido los valores de estos parámetros correspondientes a 2003. Lo que se deduce pone, literalmente, los pelos de punta.

El año en curso será un año bueno, sobre todo en comparación con lo que viene a continuación. El PIB aumentará claramente por encima de la inflación y más que en 2003 y el índice de miseria se reducirá en relación al año anterior. En esta mejora general influirá, sobre todo, la reducción del desempleo.

Pero en el último trimestre del año algo empezará a torcerse, algo que hará que a partir de 2005 las cosas empiecen a complicarse en la economía americana y que llevarán al PIB a una senda decreciente hasta el año en que finalizan estas proyecciones.

El índice de miseria, posiblemente por la inercia de 2004 y por la continuada caída de la inflación, sigue cayendo en 2005, pero, a partir de este año, toma una senda ascendente hasta 2009.

Si estas previsiones son acertadas, puede deducirse que los componentes del PIB -tanto desde el lado de la oferta como desde el de la demanda- y que los factores que juegan un papel importante en la economía -equilibrio fiscal, saldo de balanza comercial- irán a peor. Además, recordemos que a partir de 2009 empezarán a jubilarse los primeros babyboomers, contribuyendo negativamente a esta ya negativa situación.

Pero la economía de EE UU no es cualquier economía; ella sola representa casi el 30% de la economía mundial, una economía que ya es posglobal; ¿podemos calibrar en qué situación se encontrarán durante esos años las economías de unos países que, en general, se hallan totalmente imbricadas entre sí y que, en particular, dependen de la evolución de EE UU?

¿Se acuerdan de Robert Rubin? Mr. Rubin fue el 70º secretario del Tesoro de EE UU y en ese puesto permaneció hasta el 2 de julio de 1999, momento en el que dimitió. Mucho se especuló en su momento sobre el motivo de esa dimisión, máxime porque se produjo cuando la economía estadounidense enlazaba un éxito tras otro; incluso se llegó a especular con que Mr. Rubin sabía algo que los demás ignorábamos. A la vista de este gráfico, y caso de que las cifras en las que se basa se cumplan, tal vez pueda darse respuesta a la pregunta: ¿qué supo Robert Rubin cuando en aquel día de verano decidió dimitir de su puesto de secretario del Tesoro que nosotros no sabemos?

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