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Cinco sentidos

Mickelson, el hombre más feliz

El hombre más feliz de la semana ha sido Phil Mickelson, un padre de familia de 33 años de edad. El jugador de San Diego, que ha ganado el primer grande de su carrera tras desperdiciar distintas oportunidades, alcanzó el objetivo. Después de intervenir en 47 majors ganó el Masters donde había sido tercero los tres últimos años.

Para Mickelson, la familia es lo primero y más importante. Ese golfista con fama de blando, es un padrazo. En 1999, durante el US Open, jugó con un busca colgado en su cinturón por si su mujer, Amy, se ponía de parto.

El aparato no sonó, él acabó segundo y el trágicamente desaparecido Payne Stewart, que fue el ganador, le consoló diciéndole que había 'hecho bien, la familia es lo primero', unas palabras que apenas le sirvieron de consuelo. Tal vez si hubiera jugado sin tanta presión habría ganado el primer Grand Slam que tanto tiempo le ha tardado en llegar. 'Ganar el Masters es muy especial, ahora sé que formare parte de la historia de este deporte durante el resto de mi vida', concluyó.

Los dos únicos españoles participantes, José María Olazábal y Sergio García, se convirtieron en dos de los principales animadores del torneo. El primero porque en la segunda vuelta fue capaz de colocarse en segunda posición a dos golpes del líder, el inglés de 23 años Justin Rose. El segundo porque en la última, ya sin opciones, realizó la mejor vuelta del campeonato, al tirar 66 golpes, que le sirvieron para escalar hasta el cuarto lugar final. Por desgracia ni uno ni otro tuvieron ocasión de luchar por la victoria.

García y Olazábal acabaron por mostrar su frustración. Eran dos estados de ánimo distintos, el del castellonense más relacionado con problemas que dice le afectan durante el juego, particularmente cuando llega a Augusta. Los del vasco por la escasa consistencia de su juego, incapaz de encadenar cuatro vueltas con un cierto orden.

Sergio, que durante los tres primeros días acabó el recorrido con bogey en el hoyo 18, tenía ganas de marcharse a casa, se sentía mal con 'cosas que pasan dentro del campo', sin querer precisar de qué se trataba. Discutió con su caddie, Glen Murray y cometió un doble bogey en el hoyo 8, primera vuelta, tras discutir con los árbitros.

Edición de lujo

El Augusta National vivió una de las mejores ediciones del Masters de los últimos años. El estadounidense Phil Mickelson, al embocar un birdie en el hoyo 18, acabó con su leyenda de perdedor. El cheque de este año ascendía a 1.170.000 dólares.El que no se divirtió fue Tiger Woods. La espectacular ovación que el público les dedicó a él y a Olazábal en los últimos cien metros de recorrido desde la calle al green del 18, fue emocionante.Woods tentó la suerte la jornada previa al inicio del torneo cuando, después de la vuelta de entrenamiento, los golfistas que lo desean intervienen en un concurso de nueve hoyos, par 3, enclavado en una de las alas del campo.La tradición dice que quien gana el minitorneo no se lleva la chaqueta verde y el número uno del mundo terminó primero.

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