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Tribuna
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Un nuevo modelo

Cualquier cambio inesperado de Gobierno siempre crea temores y expectativas en los agentes económicos. Sin embargo, aunque no aconteciera ese cambio, España necesita un nuevo modelo de desarrollo económico más acorde con un mundo en globalización. El viejo modelo de centros ensambladores, construcción inmobiliaria e industria de ocio no permite esperar un crecimiento sostenible en ese nuevo escenario económico.

El alto déficit en la producción de nuevos productos y servicios intensivos en tecnología; la posición antepenúltima en el ranking de productividad de la UE; la poca penetración de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en el tejido industrial; la falta de una cultura empresarial de innovación y gestión; la escasa presencia española en algunos mercados de alto crecimiento, son ejemplos de las difíciles condiciones de partida en la promoción de un nuevo modelo.

Este debería de establecer objetivos concretos y formas de alcanzarlos, con una dimensión global. Veamos algunas líneas de actuación a considerar en su definición.

Para desarrollar en España las nuevas tecnologías se requiere antes que nada una simplificación reglamentaria

Primeramente, se requiere una simplificación reglamentaria en las leyes aún no desarrolladas (Ley 32/2003 General de Telecomunicaciones y Ley 34/2002 de servicios de la SI, sociedad de la información). ¿Son necesarias más de dos autoridades de reglamentación (las cinco previstas deben de ser récord Guinness)?; habría que redefinir las responsabilidades de las que queden y crear un consejo audiovisual no previsto. Aún hay importantes trabas administrativas, mercados sin liberalizar, indeterminaciones e imprecisiones sobre los que actuar, para conseguir unas mayores simplicidad, agilidad y apertura.

En segundo lugar, a juzgar por cómo Telefónica ha implantado la subida del precio del bucle de abonado autorizada y de su mantenimiento, al margen de competidores y clientes, existen dudas razonables de que esté actuando como operador con peso significativo; ¿se debería eliminar el control de precios del servicio telefónico básico sin un mayor estudio de sus consecuencias?.

Tercero: el número excesivo de operadores en un mercado con fuertes economías de escala y de alcance se traduce en ineficacias en la provisión de servicios. Se deberían abrir vías que posibilitaran e incentivaran la concentración sectorial.

Cuarto: la política de I+D no es un tema exclusivamente de recursos. Estos servirán de poco si no se promueve, se exige y se controla la eficacia en su uso, la participación de pymes y centros universitarios, la transferencia de tecnología y el acceso a las patentes resultantes. Todo proyecto aprobado debería ir acompañado de un estudio coste/beneficio.

Quinto: el camino hacía la SI es de todos, y muy especialmente de las pymes y los ciudadanos, no sólo de las empresas proveedoras de tecnología y servicios avanzados. Se debería potenciar la participación de pymes y de la sociedad civil en la asignación y gestión de los recursos destinados a promover la SI, buscando mayores transparencia y compromiso

Sexto: la educación debería reorientarse hacía el mayor uso de las nuevas tecnologías, pero también hacía el nuevo paradigma de la innovación, la gestión y la cultura empresarial. Y además promover el reciclado de la población laboral, y del ciudadano en general, hacía esas nuevas materias, creando la necesidad de conectarse.

Séptimo: la SI no tiene fronteras. Habría que potenciar la presencia española en los programas de la UE. Igualmente, en los organismos que definen los nuevos modelos para la gobernabilidad de la red, como en el European Internet Coregulation Network, auspiciado por la UIT en el marco del World Summit on the Information Society. No se podrá participar de la globalización sin una mayor internacionalización de nuestras actuaciones.

Y, en octavo lugar: El idioma español, riqueza heredada, está pendiente de ponerse en producción en línea. Si la SI está fundamentada en el desarrollo del conocimiento y en su comunicación, se debería promover el uso prioritario de ese lenguaje en todo tipo de comunicaciones y transacciones, con un efecto multiplicativo consecuente en la creación de contenidos educativos, lúdicos y promocionales.

Estas son sólo unas primeras sugerencias de líneas de actuación, que podrían formar parte de los objetivos del nuevo modelo de desarrollo.

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